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ASUNCIÓN. Tras doce horas de guardia nocturna en el Hospital Materno Infantil de Loma Pytâ, la médica pediatra Ángela Gabaglio se dirigió a su vivienda, básicamente para reponer fuerzas, ya que el personal de blanco prácticamente no descansa, dada su asignación a la primera línea de batalla contra el coronavirus.

Pero su ansia de llegar a su casa se topó con un embotellamiento que, prácticamente, la dejó confinada dentro de su vehículo. “Hace una hora que salí del hospital. Hice una guardia nocturna de 12 horas y vengo a quedarme atrapada en este tránsito”, expresó esta mañana la profesional a un periodista de un canal de televisión.

La pediatra fue víctima de los atascos en la circulación de vehículos derivados de los controles para evitar el desplazamiento de personas que no desarrollan actividades esenciales.

“Lloro de la impotencia, vamos a morir todos. Nadie se queda en su casa. Miren lo que es por delante, por detrás, no salimos del tránsito. Quiero llegar a mi casa a descansar. Me duele como médica, como paraguaya, que seamos tan inconscientes”, manifestó la médica sin poder evitar las lágrimas.

Las autoridades ya no saben cómo disuadir a las personas para que acaten la orden de cuarentena y aislamiento domiciliario. Es como si un bloqueo colectivo haya hecho un click en el pensar de la gente y una verdadera multitud desfila por las calles, principalmente en la llamada Área Metropolitana de Asunción o Gran Asunción.

La Secretaría de Emergencia Nacional divulgó en la víspera que, 26.590 de las 330.000 familias beneficiarias del Programa Ñangareko ya recibieron el subsidio de 500 mil guaraníes. Además, la institución señaló que 34 mil kilos de alimentos fueron distribuidos en el departamento de Alto Paraguay.