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Con 1.200.000 estudiantes, las instituciones educativas del sector público inician este lunes el año lectivo 2023, que se extenderá hasta el 30 de noviembre. Como todos los años, el comienzo de las actividades se caracteriza por la deteriorada infraestructura, principalmente en lo que respecta a aulas.
El propio ministro de Educación, Nicolás Zárate, admite las carencias y afirma que se requieren de US$ 775 millones para mejorar las escuelas y colegios. Solo para reparaciones, el MEC necesita de US$ 410 millones, según sus expresiones. Con esto se daría seguridad a los niños, adolescentes y jóvenes para evitar por ejemplo los derrumbes.
Asimismo, la viceministra de Educación, Alcira Sosa, dijo que más de 12.000 aulas necesitan ser reparadas, calificando como una deuda histórica de nuestro país la inversión en infraestructura escolar. Admitió que de esta cantidad, 200 están en peligro de caerse.
Para poder construir todas las aulas nuevas y los espacios que se requieren como comedores, laboratorios, talleres y espacios deportivos, se requiere de una inversión US$ 1.000 millones, dijo por su parte Sosa.
A este problema de aulas, se suman otros problemas como el retraso en la provisión de merienda y almuerzo escolar, también en la entrega de útiles escolares. Asimismo, un total de 400 escuelas aún tienen letrinas, según la propia viceministra, y otras más alejadas no cuentan con agua ni energía eléctrica.
En ese sentido, el presidente del Sindicato Nacional de Directores (Sinadi), Miguel Marecos, calificó de lamentable el estado actual de las escuelas. “En las 8.500 instituciones inician las clases el lunes con muchas precariedades. Algunos estudiarán en los pasillos, otros lo harán bajo árboles. En algunos colegios no hay agua, en otros no hay energía eléctrica”, resaltó.
