Enrique Vargas Peña consiguió lo que quería, ser contratado de nuevo por un medio de comunicación. Ni bien llegó a La Tele hizo lo de siempre, robarle el trabajo a otro periodista. Su víctima ahora fue Dany Ríos, demostrando que a la hora de “serruchar” a compañeros, es tan hábil como Santiago González en Telefuturo.
ASUNCIÓN.- El amor al serrucho no es el único punto de coincidencia entre EVP y Santula, 2 personajes que se convirtieron en un verdadero cáncer para sus colegas y quienes tienen la desgracia de compartir alguna experiencia laboral con ellos.
Ambos son oportunistas, camanduleros y mientras fungen de demócratas y defensores de la verdad, el único amor que sienten es hacia sí mismos y sus bolsillos. Ha quedado más que evidente que están dispuestos a venderse al mejor postor y defender a rabia los intereses de sus patrones cuando eso conviene a sus intereses.
Son cepilleros y cantan loas al patrón de turno siempre y cuando este satisfaga todas sus exigencias. Cuando dejan de hacerlo, se convierten en furiosos contreras y atacan despiadadamente todo eso que defendieron con entusiasmo poco tiempo antes.
Vargas Peña fue despedido de varios medios a tal punto que no tuvo más remedio que convertirse en un “youtuber”, grabando sus lamentos diarios y emitiéndolos por Youtube. Después de mucho plagueo y despotricar hasta en contra del clima, consiguió nuevamente un espacio en un medio de comunicación local, La Tele, en donde lo primero que hizo fue serruchar a Ríos, quedarse con su puesto y conseguir que lo despidieran.
Hace meses se sabe que es exactamente lo mismo que hace Santula en Telefuturo, además de apoderarse de materiales ajenos y presentarlos como propios.
Lo único que queda palpable es que estos 2 personajes no son periodistas sino verdaderas plagas para los verdaderos profesionales de prensa, que trabajan y se sacrifican diariamente por conseguir un espacio y el reconocimiento a su labor.
EVP y Santula hacen mucho daño a la profesión de periodistas y a la credibilidad ciudadana, puesto que nuevamente los paraguayos deben topetarse con inescrupulosos que se muestran como honestos, o sea, lobos disfrazados de corderos.