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ASUNCIÓN.- El presidente del Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (Indert), Horacio Manuel Torres, sostiene que a lo sumo serían dos los funcionarios que se quedaron con jugosos viáticos sin moverse de sus oficinas. En conversación con la 970 AM, dijo que si se confirma la irregularidad, se le exigiría su devolución, pero no habló de sanciones ni anunció la apertura de sumarios.
El hecho guarda relación con investigación realizada por el programa “Callejeros” de Canal 13, RPC, que puso evidencia el caso de cuatro personales de la institución que cobraron viáticos sin siquiera salir de la oficina, cuando deberían estar realizando tareas en el interior del país, en departamentos como Caaguazú o Alto Paraná.
Uno de los casos involucra al gerente General del Indert, Fredy González Arrúa, quien percibió G. 2.600.064 como viático por un viaje a Itakyry. Pero en esas fechas estaba en otra reunión y no en Alto Paraná, para lo cual cobró el citado monto, según la investigación periodística.
Asimismo, el director de Estadísticas del Sistema de Información de Recursos de la Tierra (SIRT), Francisco Noguera Romero, se adjudicó G. 1.706.292 por un viaje de dos días a Caaguazú y tres días a Alto Paraná, en mayo pasado; también estaba en su oficina.
El otro hecho involucra a Luis Amarrilla Villalba, gerente del SIRT, quien debía viajar a Alto Paraná y Caaguazú por lo que recibió G. 2.275.056 como viático, pero tampoco cumplió.
Finalmente, Alejandro Pérez Melgarejo habría cobrado G. 1.706.292 en concepto de viático, por viajar a Caaguazú dos días y 3 días a Alto Paraná, del 6 al 10 de mayo. Sin embargo, el jefe de gabinete confirmó que el hombre estaba por la oficina.
De estos cuatro casos, Torres defendió a los dos primeros, pero sobre González Arrúa y Amarilla Villalba dijo que “si se confirma la irregularidad, tendrán que devolver la plata, previo informe”, minimizando de esta manera la grave irregularidad.
Entretanto, dijo que es “muy difícil controlar a todos”, de un total de 600 funcionarios a su cargo. “Es una práctica que viene de hace 20 a 30 años y es difícil erradicar”, justificó.
