Carlos Ibáñez, sacerdote denunciado por pedofilia.
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Fiscalía no investiga a los curas pedófilos

Ni la Iglesia Católica ni el Ministerio Público parecen recordar que hay tres sacerdotes que están acusados por haber abusado de varios menores, uno en Argentina y los otros dos en Villarrica. Esta inexplicable inacción hace que estos pedófilos sigan caminando por las calles con absoluta impunidad.

Gustavo Ovelar y Francisco Javier Bareiro.
Gustavo Ovelar y Francisco Javier Bareiro.

ASUNCIÓN.- Carlos Ibáñez es un cura argentino que llegó hace unos años al país y la Conferencia Episcopal Paraguaya lo recibió con los brazos abiertos, sin seguir ninguno de los procedimientos establecidos en el Derecho Canónico, que obliga a contactar con el destino anterior del sacerdote a fin de constatar que no haya ningún problema.

Porque en el caso de Ibáñez había grandes problemas. En los años 90 fue acusado de haber abusado sexualmente de por lo menos 10 chicos en la Provincia de Córdoba, Argentina. Pero aquí se instaló como Pedro por su casa, y durante años dio los sacramentos, como si fuera un santo inocente, con la anuencia de las autoridades eclesiásticas que, de esa manera, pusieron en riesgo y absoluto estado de indefensión a los jóvenes que quedaban a su cargo.

Los otros dos curas acusados de pedofilia son paraguayos, Gustavo Ovelar y Francisco Javier Bareiro, quienes fueron acusados de haber abusado de varios chicos entre los años 2011 y 2013. Al parecer, en ese tiempo convirtieron a la Parroquia de Paso Yobái (departamento de Guairá) como un antro de corrupción de menores, ya que el primero era el párroco y el segundo el vicario del lugar. Lo más grave es que ambos están protegidos en los Oblatos de María, lo que hace que parezca que toda la Congregación es cómplice de sus abusos.

La Iglesia Católica ha reconocido públicamente la existencia de estos tres personajes y ha pedido disculpas por ellos, pero allí terminó todo. Ninguna jerarquía eclesiástica ha agarrado por las orejas a los pedófilos y los ha presentado ante la Justicia Ordinaria. Por lo visto hay un profundo convencimiento de que los trapos sucios se lavan en casa, aunque apesten más de la cuenta. Con esta actitud, cobarde y permisiva, la Conferencia Episcopal Paraguaya, además, está desobedeciendo la clara orden dada por el Papa Francisco de que en la Iglesia Católica habría tolerancia cero para los abusadores de menores.

Pero lo peor de todo es la actitud de la Fiscalía, tan acostumbrada a actuar de oficio cuando los casos son mediáticos, pero absolutamente pasiva en el de los curas pedófilos. Con una actitud autista, los fiscales ni siquiera han manifestado su interés en investigar las contundentes denuncias. Por lo visto, ellos también piensan que los curas son delincuentes de primera y no pueden ser tocados por la vara de la Justicia Ordinaria.

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