Los obispos del Paraguay emitieron una carta, en la que demuestran una vez más su doblez.
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Hipocresía de quienes encubren a curas pedófilos y abusadores

La hipocresía de los obispos del Paraguay nuevamente salió a flote con la carta pastoral dirigida a los jóvenes, al culminar la 214° Asamblea Ordinaria, en el Seminario Metropolitano de Asunción. “El hostigamiento (bullying) entre jóvenes y niños, es un fenómeno que lamentamos y reprobamos, como cualquier otra forma de abuso de poder, abuso físico o sexual, que deja secuelas gravísimas”, dice una parte del escrito. Pero en la práctica, la Conferencia Episcopal Paraguay (CEP) sigue encubriendo los casos de pedofilia y de abuso sexual cometido por los pastores de la Iglesia Católica en nuestro país.

ASUNCIÓN.- Los obispos Ricardo Valenzuela, de Villarrica; Francisco Pistilli, de Encarnación y Pedro Jubinville, de San Pedro, se encargaron de presentar la extensa carta (más de 15 páginas). En la misma, entre otras cosas, instan a los jóvenes a “ser protagonistas de la construcción de nuestro país, involucrando activamente en procesos educativos, en organizaciones civiles y asociaciones políticas que buscan el bien común”.

Hablaron de la necesidad de prestar mayor atención a la educación, por su gran importancia, además de ser tarea de todos: “La Escuela y las instituciones educativas, que nos inician a la vida social, requieren una atención integral que incluya la infraestructura, la formación y la valoración social del docente, la excelencia de la gestión y una coherencia curricular entre los distintos niveles que la componen: de educación inicial a la educación media, y de esta a la universitaria. La atención a estos desafíos en niveles diferenciados es tarea de todos: de la familia, del Estado, de la Iglesia, presente en la escuela con una larga trayectoria, y de los mismos jóvenes, como ha ocurrido últimamente, mediante las organizaciones estudiantiles. La educación formal, además de enseñar a leer y escribir, debe educar a la ciudadanía activa, el espíritu crítico frente a los antivalores de nuestra sociedad: la corrupción, la exclusión social, la desigualdad”.

Al referirse a la violencia, fue donde se refirieron a lo que el propio arzobispo, Edmundo Valenzuela, había considerado como una “piedrita”; el acoso sexual. En esta parte, afloró la hipocresía de los obispos paraguayos que encubren hechos graves de abusos sexuales, pedofilia y acoso sexual, que afectan a niños, niñas y jóvenes y que tienen como autores a los sacerdotes.

“El hostigamiento (bullying) entre jóvenes y niños, es un fenómeno que lamentamos y reprobamos, como cualquier otra forma de abuso de poder, abuso físico o sexual, que deja secuelas gravísimas.  También preocupan las situaciones de violencia intra-familiar.  No podemos callar los casos de violencia criminal que flagelan a la juventud tanto como víctimas y como victimarios: robos, asaltos, agresiones, homicidios,… Nos hace falta conquistar nuevamente la cultura del respeto con autoridad moral, siendo todos nosotros más coherentes y creíbles”, manifestaron.

Como una manera –tal vez- de buscar tapar la incoherencia y la doblez, ya que la falsa moral de los mismos ha sido el debate en los últimos días en nuestro país, los obispos manifestaron: “Los pastores reconocemos que necesitamos conversión pastoral y renovación moral, junto con una actualización y una formación permanente”. Pero no pasó de una frase de menos de tres reglones, para que luego vuelvan a la realidad: el encubrimiento de casos concretos de delitos y crímenes contra la autonomía sexual.

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