BAGDAD. Las tropas iraquíes han inaugurado ayer el asalto definitivo a los últimos escondites del autodenominado Estado Islámico, en el escurridizo desierto occidental en la última y compleja batalla para erradicar a una organización yihadista que hace tan solo tres años llegó a controlar un tercio del país y diluyó las fronteras entre Siria e Irak trazadas hace más de un siglo.
“Le hemos dado caza en todas las regiones de Irak. Ahora toca limpiar todo el desierto occidental. Pronto podremos decir que no queda ningún terrorista en el país”, relata con evidente orgullo a EL MUNDO Yehia Rasul, portavoz del ministerio de Defensa iraquí. La geografía escenario del último capítulo de la batalla -clave en el contrabando de combatientes, armas y víveres- es la denominada “Provincia del Éufrates” por el grupo yihadista y se extiende entre Siria e Irak.
La nueva ofensiva busca asestar el golpe definitivo a los últimos militantes del hoy marchito califato en zonas remotas y poco pobladas de Al Yazira, ubicada entre las provincias iraquíes de Saladino, Nínive y Al Anbar, y evitar así que se convierta en un lugar de cobijo donde el grupo pueda rearmarse y lanzar nuevos ataques. “El ejército y Hashid Shaabi (Movilización Popular, en árabe) han comenzado a primera hora de esta mañana una operación a gran escala para liberar las regiones de Al Yazira”, ha reconocido el comandante de Operaciones Conjuntas iraquíes, Abdelamir Yaralá, en un comunicado.