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El asesinato del número dos de Hamás, Saleh al Aruri, en un suburbio de Beirut el pasado martes mediante el lanzamiento de un cohete ha aumentado exponencialmente las tensiones entre la guerrilla libanesa Hezbolá e Israel y puede arrastrar al Líbano al conflicto.
Las fuerzas israelíes en el norte del país están en alerta máxima para ver si las amenazas de venganza del líder del grupo chií, Hasan Nasrallah, se hacen realidad. Estados Unidos, al no querer que la guerra de Gaza se extienda hacia el norte, ha lanzado una ofensiva diplomática para alcanzar un acuerdo que impida que el conflicto se regionalice. Israel advirtió a su socio estratégico más importante que el plazo para ello expiraba.
El presidente estadounidense, Joe Biden, ha enviado a uno de sus principales asesores, Amos Hochstein, a Tel Aviv para evitar una escalada en las conversaciones con ambas partes. El enviado de Washington se reunió el jueves con el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant. A la reunión también asistió el Jefe del Estado Mayor israelí, Herzi Halevi, así como otros diplomáticos y oficiales militares. Hochstein es un viejo conocido de ambas partes. Ya en 2023 medió entre Líbano e Israel para resolver disputas sobre las aguas territoriales de ambos países y llegó a un acuerdo.
El mensaje de Galán fue muy claro. El gobierno israelí no está dispuesto a esperar eternamente a que esta mediación dé frutos. El poder ejecutivo de Benjamín Netanyahu prefiere un acuerdo, pero después de tres meses de disparos de artillería y cohetes con las guerrillas libanesas en la zona fronteriza, se le ha acabado la paciencia y amenaza con acciones militares más decisivas contra el país vecino. “Estamos en una encrucijada”, advirtió Gallant Hochstein, según un comunicado difundido por su ministerio. “Preferimos un acuerdo diplomático, pero el plazo para ello es corto”, añadió.
