El cotejo entre Olimpia y Guaraní había concluido con un 5-2 a favor del franjeado. (Foto ilustrativa).
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La gran pregunta: ¿Ganó Olimpia o perdió Guaraní?

ASUNCIÓN.- (Por José María Troche)  El día que un partido de fútbol no genere comentarios, no levante polvareda ni alimente prolongadas polémicas, ese día habrá que decretar la defunción del deporte más hermoso del mundo.

Fíjense que han pasado  varios días desde que se enfrentaron Olimpia y Guaraní, con el resultado por todos conocidos: 5-2 a favor del franjeado. Pero, a pesar del paso del tiempo, los comentarios periodísticos, de todos los medios y plataformas, siguen insistiendo en que el partido fue sino “raro”, “genial”.

Para los olimpistas del primer tiempo, había que más o menos defenestrar a todo el equipo, al cuerpo técnico y al presidente. Para los del segundo (los mismos, pero con opiniones que solo el fútbol puede cambiar), había que levantarle un monumento a Mendieta, otro a Camacho, uno más a Cuero, y ni qué decir al chiquilín Richard Sánchez, el único alabado a lo largo de todo el partido.

En cambio, para los aborígenes del primer tiempo, el baile y la goleada estaban a la vuelta de la esquina, sobre todo después del gran gol de Gamarra, creado a través de sutiles maniobras entre de la Cruz, Pittoni y otros. Tanto que se esperaba nomás el final de la etapa para concretar el auspicioso juego que había puesto en la cancha el equipo de Saja. Todos eran alabanzas, y la casi plena certeza de concluir el encuentro en el primer puesto de la tabla de posiciones.

Pero el “fantástico” gol de Mendieta marcó un antes y un después del partido. Para los aborígenes, ese tiro jamás debió haber sido gol. Para los decanos fue la sorpresa: tardaron varios segundos antes de darse cuenta de que habían logrado el empate. Pero eso no impidió que el equipo de Guaraní fuera despedido con aplausos y el de Olimpia con críticas y silbidos.

Pero cuando Imperiale (¿Por qué será que no jugó Robert Rojas?) derribó a Mendieta, comenzó la debacle. El orondo dominador del juego pasó a ser dominado, y los abucheados del primer tiempo, tratados como reyes del fútbol en el segundo. Pero vamos a ser claros: no ponemos en duda que Olimpia fue justo ganador porque el fútbol se gana con goles y no por méritos. En aquello estuvo la diferencia.

Pero en lo que no van a ponerse nunca de acuerdo decanos y aborígenes es en las causas que provocaron la estrepitosa caída de los de Dos Bocas. Mientras unos seguirán sosteniendo que fueron superiores y que por eso ganaron, los otros se mantienen en que poco más o menos entregaron el partido. Y que su rival no ganó por sus propios méritos, sino porque Guaraní facilitó el triunfo, con su exigua exposición de la segunda etapa.

ESTE DEBERÍA SER UN RECUADRITO

EL MALO DE LA PELÍCULA

Hizo un gran partido, en la primera etapa. Sus encuentros con Rodolfo Gamarra, volvieron insoportable para Olimpia los arranques por la derecha de ambos hábiles futbolistas. Pero bastó que Wilson Pittoni leyera equivocadamente los efectos del córner de Mendieta, para que se convirtiera en el “malo” de la película.

El primero en reprobar el haber creído que la pelota se iba a afuera y descuidar “su” palo fue el arquero Centurión. Saja, a la distancia, se despachó también contra el volante. Y los hinchas del aborigen, pocos pero ruidosos, ni qué decir. Pero lo peor fue el acoso del que fue objeto Pittoni a través de las redes sociales, y en su teléfono particular, lo que le obligó a pensar en dejarse del fútbol. Pero Pittoni sabe que en el fútbol, como en la vida, hay revanchas. Es cuestión de esperar.

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