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Si en algo coincidimos, creo es que en la vida, valga la redundancia, nada es superior y más importante que la vida misma.
Este preciado don se ha instalado en el debate nacional con posturas realmente paradójicas, considerando una de las partes, de grupos minoritarios y mal llamados feministas la posibilidad de legislar en contra de lo que muchos consideramos lo más sagrado, que es la vida.
Ante esta intención que atenta contra los modelos tradicionales de la familia, promotora de vida que contradice férreamente la intención de matar vidas inocentes, no se hacen esperar quienes siguen amando y defendiendo la vida.
En muchos países esta atrocidad está avalada por la misma normativa, considerando el aborto algo natural, supeditado al libre albedrío de las personas. Está demostrado científicamente que las mujeres que han optado por este mal y es seguro que en la mayoría de las ocasiones bajo el patrocinio de algún hombre jamás han podido olvidar y recuperarse de tan inhumana experiencia.
Si bien un tema tan delicado como la violación de las mujeres y que no es un mal menor en nuestro país, y que denigra, golpea y mata la vida de una mujer se presenta como el argumento más fuerte para legalizar el aborto, nada nos quita de la mente que detrás de este despreciable hecho como atenuante se puede realizar libremente sin importar la causa la decisión de matar vidas inocentes y sin ninguna posibilidad de poner resistencia alguna.
A la par de presionar la aprobación del aborto, introducen otros temas como la libertad de género. No considero necesario hacer una ley que obligue respetar a quienes piensan que pueden optar ser hombre o mujer.
La ley protege a todos por igual, por ende también a aquellos que se sienten excluidos y que inventan todo tipo de argumento para hacer creer a la ciudadanía lo que en nuestra naturaleza jamás será posible. En la vida esto es simple, o se es hombre o mujer, no existe otra posibilidad.
Ninguna de estas ideas antojadizas y anti morales han hecho feliz al hombre. Debemos seguir apostando a la vida y a la familia. Si bien este último pasa por una crisis existencial, sigue siendo el seno familiar compuesta por papá, mamá e hijos la imagen más feliz de nuestras vidas.
Ningún otro modelo ha logrado ser eterno. Si vemos en la constitución de las familias tradicionales celebrar toda una vida juntos, enlazados en el amor y trascendiendo la propia vida.
Protejamos la vida, defendamos al hombre y a la mujer, y en especial amemos y cuidemos a la mujer dadora de lo más sagrado, la vida.
