El presidente recién elegido acaba de reunir el 3 de julio pasado al congreso en Versalles, es decir el Senado y la Asamblea Legislativa (diputados), para explicar el sentido de su actuación política por los próximos cinco años. Hablo únicamente de los temas institucionales y de gobernabilidad, derivadas de su discurso de campaña electoral. La cuota de audiencia de su discurso fue inferior a la retransmisión de la “vuelta de Francia” ciclista.
Como todo reformista, lastimó a la “negación de la realidad” de los que se oponen a toda forma de evolución de nuestro modelo económico y político (son muchos en Francia), cuando, en el mismo tiempo, el mundo cambia rápido. Habló de libertad, confianza, responsabilidad, progreso. No hubo ningún debate parlamentario pues el discurso era destinado a los franceses y no a la representación legislativa. Nos explicó su método más que sus fines, o sus propósitos, un método de pequeños pasos.
Finalmente es el más conservador de todos los proyectos. Su ambición es de reconciliar la libertad y la igualdad. Es lo que se trata de “liberalismo” en los Estados Unidos, que intenta tomar el mejor de los dos mundos, el de derecha y el de izquierda: se niega a elegir entre la ambición y el espíritu de justicia. Quiere hacer coexistir estos propósitos aparentemente opuestos: la justicia social de un lado y el éxito individual del otro lado.
Lo que trata de hacer es de asfixiar la derecha y la izquierda. En efecto, la derecha se le desafía, pues si se opone a su ideal de libertad, de la que se apropió Macron, ella renegó su identidad, y si adhiere a su idea, a su ideal de libertad, en ese caso tiene que ser constructiva, y al final no criticar tanto al presidente Macron. Igual para la izquierda y su ideal de justicia social.
De repente, los diputados de derecha (partido les Républicains) se dividieron en dos partes, los “constructivos” justamente, que apoyaran al presidente en algunos casos y los otros que se enfrentarán en una oposición frontal, ¿para hacer qué? Sin olvidar que el primer ministro de Macron, Edouard Philippe, y el ministro de la economía, Bruno Le Maire, los dos más importantes ministros, son de derecha y proceden del partido les Républicains!!!…en cuanto a la izquierda, no les va mejor, pues el grupo “la nueva izquierda” cuenta con 31 miembros (28 socialistas), sobre 577 diputados. Les tomara mucho talento a todos para volver. ¡Algunos, de derecha y de izquierda, abandonan la política!!! no es una pena…Abandonar la política antes de tener 80 años , nunca he visto eso en Francia. ¡Gracias señor presidente! ¡Que talento! Sin embargo, con 26% de personas convencidas, ese discurso no creó un entusiasmo delirante.
Por otro lado, el 4 de julio se celebró el discurso de política general del primer ministro, Edouard Philippe, frente a los diputados: ¡Después del sueño, después de la palabrería, las malas noticias!
(*). Empresario francés radicado en Paraguay