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El cuestionado y conflictivo monseñor Mario Melanio Medina tiene aspiraciones presidenciales y para anunciarlo recurrió al viejo cuento de que “el pueblo” se lo pide. Como si no hubiera sido suficiente con la experiencia del Gobierno de Fernando Lugo, tenemos que volver a soportar que un cura utilice su sotana para conseguir votos y engañar a la ciudadanía.
ASUNCIÓN.- Tal parece que se ha convertido en una moda que los obispos utilicen su ministerio sacerdotal como trampolín para conseguir la Presidencia de la República. O por lo menos para intentarlo, porque el hecho de que Lugo haya ganado en el 2008 no quiere decir que Medina pudiera correr con la misma suerte.
Para colmo, este monseñor es famoso desde hace años por esa su costumbre de tirotear a todo el mundo, criticando cualquier acción que proviniera del Gobierno y mostrándose casi como el Chapulín Colorado, el salvador del pueblo, para lo cual utilizó siempre el púlpito de los templos católicos en los que le tocó estar.
La primera experiencia de un obispo devenido en presidente de la República resultó bastante mala. Lugo defraudó hasta a la gente que le había votado por su Gobierno venal e intrascendente, y por los miles de errores cometidos, antes y después de dejar de ser sacerdote.
Pero como pudo ganar las elecciones en el 2008 porque canalizó el descontento de un amplio sector de colorados molestos por los abusos de Nicanor Duarte Frutos, ahora cualquier cura cree que puede repetir la experiencia. Lo que no tienen en cuenta es que la misma gente que lo votó fue la que aplaudió cuando el Congreso sacó a Lugo de la Presidencia, así que mal pueden recurrir a este reciente pasado para conseguir rédito político.
Lo cierto es que, aunque lo niegue ahora, Medina quiere ser otro Lugo e intentar utilizar su sotana para ganar las elecciones del 2018. En una entrevista radial, dijo ayer que muchas personas le pidieron que se postule e incluso comprometieron sus votos para que pueda vencer.
Sin embargo, aseguró que no tiene plata para meterse en la campaña política y quiere vivir tranquilo, exactamente lo mismo que decía Lugo unos 2 años antes de las elecciones. Por supuesto que siendo obispo, lo más probable es que no tenga plata para competir, pero ya surgirán financistas que lo metan en la arena política. La plata la consiguen después, ya en el Gobierno.
