Mañana se recuerda el Día del Niño en homenaje a los niños mártires de Acosta Ñú.
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Merecido festejo del Día del Niño en honor a los héroes de Acosta Ñú

Desde el jueves de la semana anterior se viene festejando el Día del Niño que se recuerda mañana en nuestro país, tanto en los centros educativos como en las diferentes organizaciones privadas, civiles y públicas. Es un merecido reconocimiento, teniendo en cuenta que se conmemora aquel valiente y triste a la vez episodio donde miles niños compatriotas ofrendaron sus vidas en defensa de la heredad nacional. En Acosta Ñú, murieron 2.000 niños, jóvenes y ancianos paraguayos, según la historia.

ASUNCIÓN.- Ese aciago día, el 16 de agosto de 1869, fue testigo del nacimiento en el Paraguay del heroísmo extremo que asumen los seres humanos en situaciones extremas y dio pie, no al festejo, sino a la recordación que se brinda a la valentía de la niñez nacional. Por ello, este martes se debe asumir con coraje y honor el homenaje a quienes cayeron en defensa de la dignidad.

“El Día del Niño” tiene su origen en la batalla de Acosta Ñu, librada el 16 de agosto de 1869, durante la Guerra contra la Triple Alianza. En dicha batalla, miles de niños paraguayos combatieron heroicamente contra las fuerzas invasoras brasileñas y fueron masacrados sin piedad. La imposición de esta fecha como el Día del Niño es un homenaje al extraordinario acto de heroísmo realizado por esos niños caídos en combate.

De acuerdo con la historia, Asunción había sido evacuada bajo orden marcial de Francisco Solano López en febrero de 1868 ante el avance incontenible de las fuerzas aliadas sobre el Paraguay. También habían sido evacuadas otras ciudades, tanto internas como aquellas erigidas a orillas de los principales ríos, Paraguay y Paraná, ante la amenaza de las fuerzas navales enemigas que se apropiaron del tráfico fluvial.

La guerra no daba descanso y Piribebuy fue atacada por las fuerzas contrarias el 12 de agosto de 1869 como si fuera un acto premonitorio de lo que ocurriría apenas cuatro días después. La desigualdad en el número de combatientes era inmensa y no dio posibilidad a ninguna victoria; apenas se atinó a la defensa.

Cuando los aliados entraron a Piribebuy se libró la primera batalla urbana de la guerra y los brasileños vengaron la muerte de su comandante José Luis Mena Barreto. El Conde D’Eu, jefe de las fuerzas imperiales brasileñas, ordenó pasar por degüello a los prisioneros y quemar el hospital de guerra con todo, enfermos más personal, dentro en uno de los ejemplos más documentados de genocidio de esta guerra.

Con esta contienda bélica, un episodio cruel se estaba gestando. Pasaron cuatro días, el 16 de agosto, el General Caballero al mando de 3.500 soldados, entre ancianos y niños, más un escuadrón de 600 veteranos enfrentó a brasileños y argentinos en número de 20.000 en la batalla de Acosta Ñu, conocida también como batalla de Campo Grande.

A cañonazos, con cargas de caballería, a sablazos y tiros; y como si eso no bastara, prendiendo fuego al monte y empujando a punta de bayoneta a los sobrevivientes dentro del bosque para que murieran quemados o ahogados por el humo junto a sus madres que ayudaban desde la espesura cuidando a los heridos y juntando a los muertos. El enemigo terminó la jornada con una victoria que muy poco habla de su moral, que en ese entonces estaba bajo el mando del déspota jefe militar, el Conde D’Eu. Por ello, es que este martes se recuerda el Día del Niño, en homenaje a aquellos verdaderos héroes que dieron su vida en defensa de la dignidad y heredad de la Patria.

TENAZ BATALLA ANIQUILADORA

Luque se convirtió en la segunda capital, luego fue Piribebuy y por último San Isidro de Curuguaty. A Piribebuy se había trasladado gran parte de las funciones del Estado. Funcionaron el Tesoro, un hospital de guerra, el Archivo y el Comando Militar; incluso el periódico de trinchera La Estrella, dirigido por Manuel Trifón Rojas. Asimismo, algunas delegaciones extranjeras mantenían a sus representantes.

Caacupé ya había caído en poder de la Alianza. Piribebuy, por su parte, ardía en llamas, y la fundición de hierro de Ybycui había sido destrozada. Los soldados paraguayos ya no contaban con armas; en tanto que, los aliados poseían numerosas y efectivas armas. Los soldados compatriotas ya ni siquiera tenían qué comer y las enfermedades mataban sin piedad a los miembros del ejército paraguayo. Con nada a favor y con todo en contra, aquellos niños paraguayos valerosos ofrecieron su vida en defensa de la Patria.

Caballero comandaba la fuerza paraguaya, con el apoyo del Coronel Bernardo Franco y del Coronel Florentín Oviedo. La fuerza de nuestro país estaba conformada por cerca de 4.000 soldados. Aproximadamente a las 08:00, en la mañana del 16 de agosto, la tropa paraguaya fue alcanzada por las fuerzas aliadas, que eran en número de 20.000 soldados y estaban comandados por el Conde D’Eu. Las fuerzas enemigas se hicieron sentir también mediante su caballería que a su paso hacía retumbar Acosta Ñu. En este sitio, murieron 2.000 niños, jóvenes y ancianos paraguayos; 1.500 cayeron prisioneros y 500 sobrevivientes huyeron y se internaron en los montes hasta alcanzar a Francisco Solano López, cerca de Caraguatay.

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