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ASUNCIÓN.- Ni Enrique Bacchetta ni ninguno de los senadores “maristas” quisieron siquiera atendernos el teléfono, convencidos, seguramente, de que queríamos escuchar su postura sobre este nuevo escándalo que afecta al senador disidente, uno de los más indignados contra su excolega Óscar González Daher.
Es obvio que están golpeados al constatar que su fachada de grandes defensores de la justicia, honestidad y transparencia no es más que un bluf porque entre ellos son muchos los que tienen “techo de vidrio”. Pero en algún momento tendrán que dar la cara y juzgar con la misma vara con la que arrasaron con los oficialistas, a sus compinches y colegas de trapisondas.
Por ahora, nadie quiere hablar. Imaginamos que están decidiendo cómo actuar de manera corporativa, para minimizar el golpe. Lo extraño de todo esto es que, si, en general, los abogados no están sorprendidos por haber quedado en evidencia el tráfico de influencias ejercido por Bacchetta en la Justicia, ellos no hayan tenido en cuenta que el escándalo podía estallar en algún momento. Hubieran tomado algún tipo de previsión para que el escándalo no fuera tan grande.
