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Paraguay cayó en la altura ayer por la mínima diferencia ante un débil seleccionado boliviano y quedó cada vez más lejos del Mundial de Rusia 2018. Matemáticamente todavía tiene chanches, aunque habrá que cosechar al menos 11 de 18 puntos posibles que se jugarán el año que viene. El local jugó gran parte del segundo tiempo con un hombre menos.
LA PAZ.- Un partido en La Paz tiene siempre las mismas características, salvo honrosas, heroicas y poquísimas excepciones: un equipo local dominante, la visita a la expectativa, y la altura jugando siempre en contra de los visitantes. Los primeros minutos dan la sensación, casi siempre, de que existe un solo equipo en la cancha. ¡Tanta es la diferencia de movilidad, entre uno y otro! Y no es que la visita, en este caso, la Selección Paraguaya, no tuviera ganas de salir a pelear la cancha. No. La cosa se reducía a una ecuación simple: esperar, o morir.
Futbolísticamente hablando, morir significa perder. Y además arriesgarse a perder por goleada. Grandes equipos no creyeron el “mito” de la altura y pagaron cara su osadía. Y con la experiencia que recogió Arce en la eliminatoria anterior, cuando mandó a su equipo a “aclimatarse” durante tres semanas, volvió con el rabo entre las piernas y con el equipo agotado.
Esperar era la solución. Esperar agazapados a que se equivoque el rival, o que alguno de los nuestros como Juan Manuel Iturbe, saque fuerzas vaya uno a saber de dónde, para mandarse tres o cuatro piques y crear, entre otras cosas, las dos únicas opciones de gol para nuestro equipo (y del partido, hasta entonces). La primera provocando una falta cerca del área que cobrada de manera potentísima por Juan Patiño, obligó al golero “bolí” a dar rebote, pero nadie estaba cerca para anotar.
La segunda, el mismo Iturbe (I-turbo, le dicen) aceleró, dejó atrás a su marcador, encaró la portería y si no hubiera sido por la oportuna salida de Daniel Vaca, se hubiera concretado el gol paraguayo. Antes, nos olvidábamos de esto, un tiro libre de Ortigoza lo bajó Nelson Haedo y cuando Gómez se acomodaba para rematar, Chumacero salvó la plata, lo que le costó luego salir lesionado, después del choque con el defensor paraguayo.Con gran esperanza, aguardamos el segundo tiempo.
Y tal como aconteciera en el partido anterior, los primeros minutos de la etapa final fueron de puro ataque boliviano, emergiendo la figura portentosa de Antony Silva para detener el aluvión y mantener la ilusión… Fueron dos jugadas netas de gol las que salvó el portero de Cerro Porteño. Pero coincidió tambien con lo mejor de Paraguay que a partir del minuto nueve, con un Iturbe intratable, eludiendo rivales creaba ocasiones que se diluvian. Una golondrina no hace al verano. E Iturbe estaba demasiado solo.
Cierto que Haedo jugó como en sus mejores tiempos y le dijo a Chiqui que su convocatoria fue justificada. No tanto así Hernán Pérez que mostró algunos atisbos de lo que puede hacer, pero se quedó en proyectos. En la mitad de la cancha, Ortigoza comenzó a aparecer como él lo sabe hacer y le dio fluidez al trato de la pelota. Marcos Riveros, un león delante de la línea de 4, y Celso Ortiz, aplicado y correcto apuntalaban la ilusión.
La expulsión de Valverde nos dejó en superioridad numérica y eso nos hizo un poco más atrevidos, menos cuidadosos, más osados. El primero que tiró la toalla fue Haedo, en cuyo remplazo entró Ángel Romero que pese al poco tiempo colaboró con el proyecto ofensivo que no llegaba a concretarse. Pero cuando entró Cecilio en vez de Pérez, se hizo más patente la posibilidad de llegar al gol. En pocos minutos, creó situaciones, volvió loca a la defensa… pero tenía la mira equivocada.
Completó la dotación de refuerzos Óscar Romero que entró en la misma dinámica, sustituyendo a Ortigoza. Y como queríamos el gol, necesitábamos el gol que era lo único que nos servía, allá fuimos a la carga por ambos costados, por el centro, por arriba y por abajo sin poder concretar. El empate no era mal negocio en la altura. Pero queríamos los tres puntos. Y de tanto quererlos fuimos a buscarlos con alma y vida y vino el contragolpe mortal.
Moreno Martins eludió a Patiño y colocó el centro atrás que fue interceptado por Gustavo Gómez, con tanta mala suerte que la pelota le pegó en el talón y se metió en el arco. Era el fin. Los minutos que restaron mostraron a una Albirroja desesperada que veía diluirse una posibilidad más de acercarse a Rusia. Y fue derrota. Injusta por lo que hizo la selección. Es que en el fútbol los goles no se merecen. Hay que hacerlos. Lo hicieron ellos y se llevaron el partido.
DETALLES DE LA JORNADA
Estadio: Hernando Siles de la Paz.
Árbitro: Christian Ferreyra. Asistentes: Mauricio Espinoza y Gabriel Popovits. 4º Árbitro: Esteban Ostojich, uruguayos.
Gol: ST: 32’ Gustavo Gómez (c/s/v). Amonestados: Juan Manuel Iturbe (P); Valverde, Flores, y Castro (B); Expulsado: Valverde (B).
BOLIVIA: Daniel Vaca; Erwin Saavedra, Ronald Raldes, Gabriel Valverde y Marvin Bejarano; Alejandro Chumacero (Walter Veizaga), Wálter Flores (Ramiro Ballivián), Juan Arce y Raúl Castro; Jhasmani Campos (Jhasmani Duk) y Marcelo Moreno Martins. DT: Ángel Guillermo Hoyos.
PARAGUAY: Antony Silva; Juan Patiño, Gustavo Gómez, Paulo Da Silva y Junior Alonso; Néstor Ortigoza (Óscar Romero), Marcos Riveros y Celso Ortiz; Hernán Pérez (Cecilio Domínguez), Nelson Haedo Valdez (Ángel Romero) y Juan Manuel Iturbe. DT: Francisco Arce.
