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ASUNCIÓN.- Los seguidores de Efraín Alegre son tan patoteros como su líder. En la noche del miércoles, un grupo de descontrolados liberales atacaron el domicilio del senador Julio César Franco, quien reconoció que las amenazas en contra de quienes están de acuerdo con la enmienda son permanentes y proceden de sus propios correligionarios, quienes presumen que representan al Estado de Derecho.
El problema en cualquier grupo político o del tipo que fuere es que si la cabeza está torcida, el resto del cuerpo sufre los mismos males. Qué se puede esperar de un grupo de liberales que sigue a pie juntillas a Alegre, a quien ven como la panacea que hará posible que el PLRA llegue al poder con un liberal a la cabeza.
Porque la resistencia que tiene el oficialismo liberal a la idea de la reelección no tiene nada que ver ni con la ideología ni los principios. Aquí el único problema que hay es que, si se aprueba la enmienda, Alegre no tendrá ninguna chance de ser el candidato de la oposición, puesto que de nuevo será Fernando Lugo el que aglutine las fuerzas del sector. Y no es que ahora exista demasiado, ya que, hasta sin reelección, las encuestas le ubican en uno de los últimos lugares, debajo de quienes no saben o no responden.
Sirva todo este preámbulo para recordar el verdadero motivo de la intransigencia del efrainismo con los liberales que sí están de acuerdo con la reelección, porque no viven en una nube y saben que la única opción del partido es Lugo, como lo fuera ya en el 2008.
Es tan grande la rabia que tienen estos liberales hacia sus correligionarios que están con el oficialismo colorado y el luguismo, a favor de la enmienda, que de manera descontrolada lanzan amenazas en los medios de comunicación y en las redes sociales. Incluidos algunos senadores, como Luis Alberto Wagner, viven amenazando con la expulsión de los llanistas aunque ni él ni Alegre tengan la más mínima atribución para sancionar a ningún afiliado, cosa que corresponde a un Tribunal de Conducta que, ni siquiera, está integrado hasta ahora.
Pero las amenazas continúan y el miércoles se cansaron de hacerlas de manera verbal o escrita, y un grupo de inadaptados, supuestos seguidores de Alegre, llegaron hasta la casa de Franco, ante la que se manifestaron de manera violenta, lanzando objetos y rollos de papel higiénico, sin tener la más mínima consideración a la familia que se encontraba dentro.
Esta es la gente que presume de ser democrática y que se erige en custodio de la Constitución y el Estado de Derecho.
