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ASUNCIÓN. Lo peor que le pudo haber pasado al PLRA, según analistas, es que Efraín Alegre fuera reelecto como presidente pero perdido la mayoría en el directorio. Aseguran que esto podría ser motivo para negociaciones y acuerdos siempre y cuando no se trate de un personaje mesiánico y decidido a ignorar cualquier voz que no esté de acuerdo con él.
La decisión del viernes pasado de suspender abruptamente la sesión del directorio partidario, lisa y llanamente porque no tiene ya la mayoría en el colegiado en el que se iban a designar a responsables de diferentes direcciones, pinta un panorama cada vez sombrío en el principal partido de la oposición, que se complica mucho más al estar a horas nada más de las elecciones municipales, en donde el PLRA debería intentar, por lo menos, conservar los municipios que tiene, pero será muy difícil que lo logre corriendo cada vez más dividido.
El verdadero mal del PLRA es su presidente, quien durante muchos años mantuvo un poder absoluto, el cual, evidentemente ya no posee. En realidad, la responsabilidad de la actual situación partidaria no es solamente de Alegre sino también, y quizás, fundamentalmente, de la disidencia liberal, que fue incapaz de acordar un candidato único para enfrentarlo en las internas de junio pasado, por lo que fue reelecto por menos del 1% de los votos.
Alegre maneja el Ejecutivo partidario pero ya perdió poder en el Legislativo, justo el encargado de elegir a los miembros de los tribunales de Conducta y Electoral, organismos que el presidente siempre manejó a su antojo y esta vez no podrá hacerlo, por lo que habrá que ver qué estrategia utiliza para evitar la reunión del directorio, aunque lo seguro es que no será nada demasiado legal ni limpio.
