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Mañana se cumplirán recién dos meses de la asunción del gobierno de Mario Abdo Benítez, pero algunas luces de alarma ya se encendieron en el tablero. En el plano doméstico, los nombramientos de colaboradores, acompañados de escándalos protagonizados por algunos de ellos, son el blanco de numerosas críticas. Y en el externo, crisis como la provocada con Israel disparan las amenazas de perder el terrero trabajosamente conquistado en los últimos años.
ASUNCIÓN.- Pocas veces antes, con tan poco tiempo del nuevo gobierno, surgen voces tan pesimistas en relación a lo que le espera al país en los próximos 5 años. El disparador fue el castiglionista Hugo Estigarribia, quien reconoció estar decepcionado, especialmente por el nivel de quienes integran el gabinete de Mario Abdo Benítez, dando a entender, incluso, que el jefe de Estado estaría con las manos atadas puesto que su problema es que debe pagar muchos favores políticos a gente que hizo posible que llegue al cargo.
A partir de esto, un breve sondeo nos llevó a colegir que hay una mayoría que está absolutamente desesperanzada, y confiesa que siente temor de que se repitan papelones internacionales como el protagonizado por Julián Vega, exdirector de Migraciones, quien fue expulsado de Taiwán, acusado de acoso sexual. Que esto haya ocurrido cuando el mismo presidente Abdo Benítez se encontraba de visita en ese país no hace más que abonar la tremenda sensación de que nadie, ni siquiera sus más cercanos colaboradores, sienten que tenga algún tipo de liderazgo.
Una cosa es que los ratones se diviertan cuando el gato no está; pero que lo hagan bajo sus narices deja a las claras el poco respeto que le tienen. Y es exactamente eso lo que quedó en evidencia con el protegido de la líder añetete de Diputados, Jazmín Narváez.
Pero hay mucho más que cuestionar al gobierno de Abdo Benítez, y, lastimosamente, no hace falta esperar 100 días para hacerlo, ya que sería muy raro que en los 40 que faltan haya un cambio de timón digno de mencionar.
La actitud ambivalente asumida a nivel internacional, donde nos mostramos a favor de Estados Unidos e Israel, condenando al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, pero nos sentamos a conversar y a tomar un café con el canciller de Irán, el país que sustenta al régimen del país caribeño, nos hace ver, por lo menos, como cambiantes y poco confiables. La esperanza que queda es que el presidente medite sobre estas metidas de pata y las rectifique. Todavía tiene tiempo, antes de que sea demasiado tarde.
