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Belén fue una bendición de Dios en el momento en que los jesuitas, a iniciativa del sacerdote José Sánchez Labrador, se instalen en la comarca de los temibles Mbayá, pero solo duró 7 años esa primavera colonial para los norteños, por orden de la Corona en menos de una década los innovadores religiosos debían abandonar la zona y el país.
Y pasaron 250 años de aquel obligado abandono de Belén como de otras reducciones jesuitas del país para dejar todo a lo que Dios es grande. La independencia, la autonomía, el talento guaraní, sorprendía a los gobernantes españoles quienes misteriosamente decidieron expulsar a los líderes de una nueva nación que se agigantaba.
Dos siglos y medio para una comunidad que se estancó en el tiempo, que hasta quedó sin ruta para todo tiempo, con una población cada vez más desencantada de cuanto se emprendía en la zona. Demográficamente nunca avanzaba la ciudad más antigua del norte de país, fundada un 23 de agosto de 1.760.
Parece extraño que la ciudad “Madre de ciudades norteñas”, incluyendo a la capital departamental se quedó totalmente fuera de la órbita del progreso y los avances que lograron comunidades mucho más nuevas como Yby Yaú, Santa Rosa del Aguaray, Vallemí, Horqueta y Pedro Juan Caballero por mencionar las de la región Norte.
Anecdóticamente, los mismos beleanos ensayaban y especulaban una suerte de maldición de los sacerdotes expulsados por la Corona Española, sin considerar que la expulsión fue a lo largo y ancho de las tierras colonizadas. Otros más negativos hasta se lamentaron porque ni el Trópico de Capricornio pasaba por la ciudad.
Cuando apenas aparecieron los inversionistas de la empresa JBS S.A. con la intención de un nuevo frigorífico, el que acaba de habilitarse y constituirse en el más moderno de Sudamérica, una gran mayoría sostuvo que se trataba de un nuevo proyecto engañoso para la zona que podía terminar con una mega estafa.
Las predicciones negativas, los maleficios si acaso existieron, pasaron a un segundo plano, hoy el nuevo frigorífico es una bella realidad y es apenas el principio de otros emprendimientos para la siempre discriminada entre las más olvidadas comunidades norteñas.
Para fin de año es probable que empiece la obra de la nueva hidroeléctrica del río Ypané, también en el místico curso hídrico solo recordado por sus temerosas aguas y por constituirse en la marca acuática del Trópico de Capricornio, así como de por el terrateniente; Purutué (Portugues o Patrón).
Se trata de una minúscula población que nunca superó los 10 mil habitantes, incluyendo la zona rural, siempre marginada, primeramente por la vía férrea que partiendo de la ciudad de Concepción llegaba hasta Capitán Sosa, a orillas del arroyo Caré, uno de los tributarios principales del río Ypané.
En la época de oro de Concepción, las mercancías llegaban hasta las orillas del río Paraguay por vía férrea dejando de lado a la ciudad de Belén, pero ésta vía decayó y fue a la quiebra a mitad del siglo pasado, pero luego al pavimentarse la ruta V “Bernardino Caballero”, de nuevo Belén pasó al olvido.
Pareciera una leyenda pero es verdad, luego de 250 años, la ciudad de Belén, que nunca tuvo fuente de trabajo, que dependió por toda la vida de otras comunidades en un solo año gracias a la confianza de los empresarios y el apoyo del sector público facilitará mil puestos de trabajo, cifra que podrá duplicarse para fin de año.
A partir del mega-frigorífico de Belén, todo tiende a mejorar en el Norte, con otros emprendimientos que al asociarse convertirán al Norte en el nuevo emporio del país toda vez que continúen los proyectos de gran envergadura como: la revitalización del puerto y zona franca del Brasil en Concepción, el corredor tropical del tren eléctrico como el Bioceánico, la Hidrovía, las nuevas cementeras, ubicarán al norte del país en una verdadera Primavera.
