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ASUNCIÓN. “No tiene sentido que toda la sociedad pague por gente que viene alcoholizada o intoxicada con drogas de abuso. Si bien estoy de acuerdo con que la atención sea gratuita en el momento de la urgencia, en algún momento alguien tiene que pagar y es la sociedad la que paga”, deploró el jefe de Urgencias del Hospital de Trauma, doctor Alfredo Chirife, en referencia a que los irresponsables al volante deberían de asumir los costos de los tratamientos que reciben.

“Lo que satura el sistema son los accidentes de tránsito. Las 85 camas de Traumatología están ocupadas y hay 10 pacientes que deben internarse, pero están estacionados en Urgencias porque no tenemos lugar”, añadió.

“Nosotros manejamos siempre nuestra propia epidemia, que son los accidentes de tránsito. Volvimos natural algo que no puede ser normal, algo que es 90% prevenible. Teniendo en cuenta las grandes campañas que se hicieron de ‘Quédate en tu casa’, realmente, no hubo ningún impacto”, insistió con vehemencia el profesional.

Sus declaraciones se dieron de manera conjunta con las del propio titular del Hospital del Trauma, doctor Agustín Saldívar, quien detalló la asistencia que brindó el nosocomio durante la pasada Nochebuena y Navidad.

Recordó que hubo 277 pacientes en Navidad, de los cuales 51 fueron por accidentes de tránsito. Y resaltó que de los percances sobre ruedas, 45 motociclistas fueron las víctimas. Esta “pandemia” afecta particularmente al Hospital de Trauma ya que satura sus servicios y mantiene llena sus salas de terapia intensiva, confrontando con otros casos que también podrían ser atendidos allí, como pacientes coronarios, hipertensos o de algunas otras patologías graves.

Y si bien subrayó que no hubo víctimas de bala perdida, ni de ahogamientos, agregó que otras 38 personas fueron atendidas por agresiones diversas, 6 por violencia intrafamiliar y 5 víctimas de petardos, en su mayoría niños.

“De los heridos por petardos, a un niño le realizamos una amputación a causa de un cebollón”, amplió Saldivar, mirando ya al feriado de Año Nuevo, ocasión en que probablemente la irresponsabilidad de padres con la pirotecnia facilitada a sus hijos volverá a producir nuevas víctimas.