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Se demoraría más de la cuenta la vacuna contra el COVID-19: el desalentador pronóstico de los científicos

NUEVA YORK. Diferentes científicos consultados por el prestigioso diario norteamericano, The New York Time, plantearon la dificultad de creer que la cura contra el COVID-19 podría estar en un futuro próximo. Remarcaron los tiempos que demandan las distintas fases de investigación, desarrollo y dificultades en la instancia de fabricación.

La triste realidad detrás de este pronóstico prometedor es que, probablemente, la vacuna no llegará pronto. Los ensayos clínicos casi nunca tienen éxito. Nunca antes hemos lanzado una vacuna contra el coronavirus para humanos. Nuestro récord de desarrollo de una vacuna completamente nueva es de al menos cuatro años -más tiempo del que el público o la economía podrían tolerar las órdenes de distanciamiento social-.

No obstante, si algún momento fuera idóneo para acelerar el desarrollo de una vacuna es ahora. Así que la sección de Opinión de The New York Times les preguntó a expertos en vacunas cómo podríamos acortar el proceso y crear una vacuna en los próximos meses y no en los próximos años.

Normalmente, los investigadores necesitan años para garantizar el financiamiento, obtener aprobación y llegar a resultados de estudios pieza por pieza. Sin embargo, estos no son tiempos normales.

Ya existen al menos 254 terapias y 95 vacunas relacionadas con la COVID-19 que están siendo analizadas.

“Si quieres cumplir con ese plazo de dieciocho meses, una manera de hacerlo es poner tantos caballos como puedas en la carrera”, dijo Peter Hotez, decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical en la Facultad de Medicina de la Universidad Baylor.

A pesar de la presión sin precedentes para lograr una vacuna, los investigadores advierten que menos del 10 por ciento de los fármacos que inician ensayos clínicos son aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés).

El resto fracasa de una manera u otra: no son efectivas, no se desempeñan mejor que los fármacos existentes o tienen demasiados efectos secundarios.

Afortunadamente, ya tenemos una ventaja en la primera fase de desarrollo de una vacuna: la investigación. Los brotes de SRAG y SROM, que también son causados por coronavirus, generaron mucha investigación. El SRAG y el SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19, son idénticos en casi el 80 por ciento y ambos usan las llamadas proteínas de espiga para adherirse a un receptor específico encontrado en células de los pulmones humanos. Esto ayuda a explicar cómo los científicos desarrollaron una prueba para la COVID-19 de manera tan rápida.

No obstante, existe un costo por moverse de manera tan rápida. Las potenciales vacunas contra la COVID-19 ahora en la línea de desarrollo podrían ser más susceptibles a fracasar debido al avance apresurado a través de la fase de investigación, dijo Robert van Exan, un biólogo celular que ha trabajado en la industria de las vacunas durante décadas. Él predice que no veremos una vacuna aprobada hasta al menos 2021 o 2022, e incluso entonces “esto es muy optimista y de probabilidades relativamente bajas”.

Aun así, dijo, este tipo de avance rápido “vale la pena el intento, tal vez tengamos suerte”.

 

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