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ASUNCIÓN.- Los legisladores que no cumplan con el plazo perentorio que les da la ley para el tratamiento de los pedidos de acuerdo constitucional del Ejecutivo, incurren en mal desempeño. Este es el caso del nombramiento de Sandra Quiñónez para la Fiscalía General del Estado, según recuerda el diputado Jorge Ávalos Mariño. Pero como no hay castigo, los senadores hicieron pito catalán a la disposición legal.
El pasado lunes 20 de noviembre venció el plazo para que el Senado decidiera si prestaba o no el acuerdo para la designación de Quiñónez al frente del Ministerio Público. Pero, aunque los legisladores fueron convocados ese día para una sesión extraordinaria, la mayoría decidió postergar el tema hasta después de las internas partidarias simultáneas del 17 de diciembre próximo.
Aunque en un principio parecía que había una cómoda mayoría a favor del rechazo de la designación de la fiscala propuesta por el presidente Horacio Cartes, a última hora, ante el temor de que algunos disidentes hubieran cambiado de postura, el “grupete” decidió postergar el tema, a pesar de incurrir, con ello, en mal desempeño en sus funciones.
Lo que ocurre es que en el caso de que senadores o diputados cometan este delito, deberán ser juzgados por sus pares, y el mecanismo no está establecido, así como tampoco las penas o castigos por dicho acto. “Creo que no pensamos que el mal desempeño se podría dar en la propia Cámara, en este caso en el Senado”, dijo Ávalos Mariño al ser consultado sobre el tema.
Esto es lo que hizo que la mayoría no se mostrara preocupada por no cumplir con el plazo legal previsto para responder el pedido del Ejecutivo. Lo cierto es que el “grupete” no quiere que Quiñónez sea confirmada como sucesora de Javier Díaz Verón al frente de la FGE, no por no considerarla una excelente candidata, sino porque es colorada y fue propuesta por Cartes, a quien disidentes y opositores consideran un enemigo a vencer.
Así que, por lo menos hasta después de las internas de diciembre, continuará Díaz Verón como fiscal general del Estado, por reconducción tácita, algo a lo que también se oponían varios liberales.
