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CIUDAD DEL ESTE.- La crisis de ética y credibilidad por la que atraviesan amplios sectores de la Iglesia Católica y que comprometen a sacerdotes involucrados seriamente en la violación de los votos de castidad, abuso sexual y pedofilia, sin que la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), se pronuncie abiertamente contra estos hechos, ahuyenta a la feligresía.
Un claro ejemplo de este hecho es Fernando Lugo, que con el silencio cómplice de la CEP, llegó a ser presidente de la Republica del Paraguay, a pesar de haber violado las normas eclesiales y civiles, peor aún cuando se divulgó que tenía hijos por doquier y no con una sola mujer, dejando al desnudo su total falta de ética y compromiso moral con la Iglesia Católica.
En nuestro país, los últimos tiempos fueron denunciados más de 10 casos y la mayoría igualmente contó con el silencio cómplice de las autoridades eclesiásticas, especialmente de los miembros de la CEP.
Entre los casos denunciados en nuestro país figuran el de los sacerdotes Juan Manuel Martínez e Isidro Cabral (Salto del Guairá), Juan Andrés López Sosa (Ciudad del Este), Mario Sotelo (Juan León Mallorquín), Teobaldo Velázquez (Concepción), Cecilio Ferreira (Pedro Juan Caballero) y Herminio Abel Casco (Pedro Juan Caballero). Igualmente, a los curapárrocos Estanislao Arévalos Pedrozo (Asunción) y Gumercindo Caputo Segovia (Villa Elisa).
Ante los hechos denunciados, representantes de la Iglesia Católica, los de la Conferencia Episcopal Paraguaya, con el silencio sepulcral de las denuncias, se convirtieron en cómplices y la imagen de la institución eclesiástica la dejó en el abismo.
