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ASUNCIÓN. Contra todos los pronósticos, lo que algunos llamaron de manera despectiva “Operativo Cicatriz”, la unidad colorada parece bastante firme y avanzando de manera ininterrumpida. El encuentro entre Mario Abdo Benítez, Horacio Cartes y gobernadores colorados explotó en la cara a varios incrédulos que en este momento ven en grave peligro su futuro político, de acuerdo a la visión de varios analistas.

Las reacciones no se hicieron esperar y tal como vienen repitiendo desde hace tiempo, varios medios volvieron a hablar del cuco de la impunidad, atribuyéndola a Cartes y su entorno, a quienes, a dos años del final de su mandato, siguen identificando como quienes realmente continúan manejando el país.

En un análisis realizado hace unos días por Horacio Galeano Perrone, éste recordaba que la historia de la ANR es una permanente búsqueda de la unidad entre oficialistas y disidentes y dejaba en claro que la diferencia entre procesos anteriores y éste es que ahora, el oficialismo de Abdo Benítez debe sentarse a negociar con una disidencia fuerte y muy bien posicionada en el panorama colorado, por lo que las cuentas deben ser mucho más claras y las promesas concretas.

La verdad es que antes no se había visto que un movimiento que hubiera pasado a la llanura hubiera mantenido su caudal electoral y su poder político como ocurre ahora con Honor Colorado. Salvo algunos abandonos al inicio del mandato del nuevo gobierno, el cartismo mantuvo su poder y su bancada en el Congreso fue decisiva en cuestiones fundamentales, como en el caso del intento de juicio político a Abdo Benítez, un año atrás.

Esto resalta aún más habida cuenta de que en la primera parte de su mandato, el presidente no solo ninguneó a sus correligionarios de HC sino que intentó una alianza prendida con alfileres con algunos sectores de la oposición, que terminó rápidamente en un estrepitoso fracaso, a pesar de lo cual permanecen en el gabinete varios ministros que responden al PDP.

Debilitado y con un alto nivel de rechazo, Abdo ya se dio cuenta de que no será la alianza con Efraín Alegre y Desirée Masi lo que lo puede salvar de la debacle, por lo que recurrió a Cartes, quien desde hace casi dos años viene sacándole las castañas del fuego. Qué es lo que está dispuesto a conceder a cambio de consolidar esta unidad es algo que veremos en las próximas semanas. Parece bastante lógico que lo primero que deberá hacer es reestructurar su gabinete, sacando figuras muy cuestionadas, algo que reclaman, incluso, sus colaboradores cercanos, como su asesor político, Daniel Centurión.

Todo parece indicar que, esta vez, el proceso va en serio y que se consolide o no depende del presidente, quien tiene la pelota en su cancha. Por de pronto, los liberales ya analizan convocar a un dialogo partidario, a fin de enfrentar unidos la “aplanadora colorada” que parece estar calentando motores.