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ASUNCIÓN. Varios analistas políticos coincidieron en que resulta bastante vergonzoso el “espíritu de cuerpo” que pretenden mostrar los presidentes de varios partidos de la oposición en torno a la figura del presidente del PLRA, Efraín Alegre, imputado por falsificación de documento público.

A muchos sorprendió ayer el comunicado firmado por presidentes del PDP, Encuentro Nacional y el Partido Revolucionario Febrerista, entre algunos otros. Sobre todo, llama la atención que personas como Fernando Camacho (PEN) y Josefina Duarte (PRF) se hayan prestado a este absurdo, habita cuenta de que son personas que no tienen denuncias ni cuentas pendientes con la justicia y su accionar siempre pareció haberse basado en lo que dictan la Constitución y las leyes.

Por supuesto, que el primero en firmar el comunicado haya sido Rafael Filizzola (PDP), no sorprendió a nadie, no solo porque siempre han actuado como equipo con el efrainismo sino porque su esposa, Desirée Masi, ya hizo una defensa pública de Alegre, amenazando, incluso, en ir a la cárcel con él.

Alegre tiene muchos cuestionamientos, y no precisamente en el plano político, ya que desde hace años sus mismos correligionarios lo acusan de haber llevado a la ruina al partido y vaciado sus arcas. De hecho, en materia de liderazgo político jamás se distinguió y hasta ahora hay mucha gente que se pregunta qué tipo de entuertos tuvo que haber protagonizado para ocupar un cargo para el que jamás hizo méritos, logrando incluso el apoyo de importantes figuras del liberalismo, hoy muy venida a menos.

El problema actual de Alegre es con la Justicia, porque la Fiscalía dice tener suficientes pruebas para presumir que participó en la clonación de facturas por compra de combustible, utilizando dinero del partido para su beneficio personal. La denuncia ni siquiera la hicieron sus detractores políticos sino una persona particular, el dueño de una estación de servicio que es el que asegura haber sido estafado.

Así que este corporativismo extemporáneo y fuera de lugar de quienes siguen con la cantaleta de ser la mejor opción para la “transparencia y el fin de la corrupción” en Paraguay, solamente deja en evidencia los motivos por los que la oposición ha dejado de gozar del apoyo ciudadano desde hace mucho tiempo. Solo es más de lo mismo.