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ASUNCIÓN.- María Elena Wapenka, miembro del TSJE, viajó a España a visitar a su nieta, pagada por el Estado. Mientras tanto, Patricia Blasco, presidenta del Tribunal Electoral de Asunción, primera sala, ayer devolvió el dinero que no usó para cuestiones oficiales durante su viaje reciente a México, a dónde fue como representante de la institución. Claramente son dos caras de una misma moneda.
No todo está podrido en la Justicia Electoral, aunque hay que reconocer que el mal olor parece contaminar también a los buenos. Cuesta mucho ver que en la institución hay personas que cumplen a rajatabla con su tarea y no permiten que nadie que esté cerca suyo cometa algún acto ilegal, por más mínimo que fuere.
Lo de Wapenka no sorprende ya a nadie a esta altura. Esta señora ha demostrado con creces que es tan sinvergüenza como sus otros dos compañeros, Alberto Ramírez Zambonini y Jaime Bestard. Los tres cobraron millonarios viáticos por viajes de trabajo que jamás realizaron y ella mantiene en el presupuesto de la Justicia Electoral a sus dos empleadas domésticas, a quienes ni siquiera las tiene aseguradas en la previsional, tal como lo exige la ley.
Hace unos días, ella misma firmó una resolución en la que se autorizaba a sí misma a viajar a España para participar como veedora en un torneo de tiquichuela o algo así, pero con el único objetivo de ver a su nieta. Todo bien con querer estar cerca de la familia, pero pensamos que Wapenka gana lo suficiente como para poder pagar sus pasajes (7 millones de guaraníes) y sus gastos. Pero no; su vocación de badulaque primó más y se autoasignó el dinero necesario para viajar. A costa nuestra.
El caso de la jueza Blasco es bien diferente, se podría decir que es exactamente lo contrario. No solamente tiene que soportar el vendaval de sus compañeros de tribunal que intentan proteger a funcionarios inescrupulosos que recibían pago por horas extras injustificadas, sino que viajó recientemente a México, invitada por el organismo electoral azteca, para participar como veedora y ayer, luego de recibir el importe del viático (en la Administración Pública generalmente se paga el viático luego de que el viaje haya finalizado), presentó su rendición de cuentas y depositó lo que le sobró, 2.528.069 guaraníes, en la cuenta del Tesoro Público en el Banco Nacional de Fomento. Funcionarios de la Justicia Electoral casi se desmayan al ver esto, puesto que es algo totalmente inédito en la institución.
