José Luis Cuquejo, comerciante.
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Policías le hicieron pasar momentos de terror, dice víctima de extorsión

El comerciante encarnaceno José Luis Cuquejo comentó a La Nueva 107.5 el momento de terror que pasó en manos de los agentes del Departamento de Investigación de Delitos de Itapúa, cuando fue obligado a pagar la suma de G. 20 millones para no ser acusado falsamente de narcotraficante.

CIUDAD DEL ESTE.- Durante la entrevista, Cuquejo señaló: “Yo tengo la representación de una marca de pañales, de industria nacional, que comercializo en el departamento de Itapúa. Hago mucho recorrido por el interior de esta región y lo realizo a bordo de mi camioneta. En ese sentido, el martes 3 de abril pasado salimos a trabajar con una persona (Cristian Cubilla) que se me había acercado durante la Semana Santa a pedirme trabajo y como estaba necesitando de alguien que me ayude, le acepté y coordinamos para salir el día lunes”.

Sigue relatando: “Después le dije que si salíamos el lunes tenemos que volver para el mediodía a Encarnación porque tengo cosas que hacer, entonces lo haremos el martes, para aprovechar todo el día para estar por las rutas. En ese momento, este muchacho se me acerca y me pregunta si yo no entraba a vender en la zona de Jesús, que es una ciudad chiquita donde están las Ruinas Jesuíticas y se encuentra cerca de Encarnación. Entonces le dije que no, porque no era rentable y me hace desviar mucho del camino. Decidimos seguir el viaje a María Auxiliadora, ciudad que se encuentra aproximadamente a 10 km de la capital de Itapúa”.

Comentó: “Pero en el camino, llegando ya a la ciudad de Trinidad, este muchacho insiste a que entremos a la ciudad de Jesús, que es un desvío de alrededor de 13 km, que es totalmente descampado. Hicimos ahí un recorrido a dos o tres comercios, y cuando retomamos nuestro regreso hacia la ruta VI, fuimos interceptados de forma bastante violenta por dos personas que conducían un Golcito, de 4 puertas y de color verde, sin chapa. Se identifican con la placa de la Policía y me dicen ‘usted es un narcotraficante, le estamos siguiendo desde hace mucho tiempo, está detenido y vamos a llevarlo a Encarnación’”.

“Sabemos que en estos momentos en su camioneta hay drogas, en ese ínterin le alzan a mi secretario en el auto en que nos habían interceptado y vuelve con uno de los agentes hacia la ciudad de Encarnación. Un suboficial se queda conmigo y lo primero que hace es sacarme el teléfono, dejándome incomunicado. Luego, vinimos y a 40 km más o menos de la capital de Itapúa, el agente que me acompañaba empezó a amedrentarme, diciéndome que saben que la droga está en el vehículo, me pueden ayudar ahí, pero llegando a la Jefatura ya no van a poder hacerlo. Me mantuve firme que no era lo mío, que no estaba involucrado y que sabía que en mi camioneta no había nada”, significó.

Prosiguió que “ese trayecto de 40 km fue una tortura permanente. En principio me decía que iríamos a la Fiscalía de Encarnación, luego me dijo vamos directamente a la sede de Investigaciones. Le insistí que me devuelva el celular para llamarle a mi abogado, pero me manifestó que si él venía también tenía que intervenir la Fiscalía y se complicaría la situación”, relató.

La víctima siguió comentando: “Llegamos a la sede de Investigaciones y me hace meter la camioneta en un patio baldío, con entrada angosta y lejos de la vista de la calle. Cuando me hacen bajar del vehículo, mi secretario ya estaba en la dependencia policial; en ese momento uno de los policías me dice empezás a descargar la mercadería vamos a ver que tenés. Mi vehículo es un furgón, abrí la puerta trasera y me percato que detrás de mi asiento hay una bolsita color celeste con una sustancia blanca adentro, totalmente a la vista, ¿y eso que es? me pregunta el oficial, y le contesto no sé, porque no es mío. Con mucho cuidado agarré la bolsita y le paso al policía”.

Siguió manifestando que: “Luego aparece un tercer agente, agarra la bolsita, dice esto es droga y se retira. Antes que suceda eso ya me filmaron, me sacaron fotografías con la bolsita de estupefacientes en la mano y descargando la camioneta. Me hacen sentar y vuelven a sacarme foto con la droga al lado, tratándome como un criminal. Luego empieza la segunda parte del sistema de amedrentamiento. ‘Responsabilizate  que tenemos que comunicar a la Fiscalía, te vas a ir 10 años a la cárcel, no vas a verle más a tu familia y perderá todo, porque de acá no salís’; esto duró alrededor de una hora y media”, apuntó.

“Posteriormente, le dije que soy responsable de lo que hay en mi camioneta y ahí me propone una salida, pero con la salvedad de que no ofrezca poco. Tenés que dar unos US$ 10.000, pero salí y le dije que no tenía dicha suma. Me dijo quién te puede ayudar, a quien podemos llamarle, lo único que se me ocurrió es a mi papá. Le pedí que me devuelva el celular para hacerlo, pero no aceptó y me pasó el de mi acompañante”.

“Más tarde vino mi padre y empezaron las negociaciones, inicialmente pedían US$ 10 mil, bajó a G. 40 millones, bajó a G. 20 millones, luego subió nuevamente a G. 40 millones. Lo que sí que al final, tras consultar entre ellos, aceptan la suma de G. 20 millones. Entonces mi padre les dice que va a tratar de conseguir esa plata y me dijeron que le lleve a recoger el dinero y mi secretario que se quede como garantía. Salimos, juntamos el dinero y le entregamos, pero tuvimos que dar unas vueltas por la sede de la Policía, ahí salió y dijo el suboficial quien siempre estuvo negociando, ‘solución, solución, aquí se terminó todo’”, concluye su relato.

El hombre denunció todo lo ocurrido ante el Ministerio Público. Incluso, los uniformados intentaron evitar que sean delatados.

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