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Efraín Alegre, el “ganador moral” de las elecciones, se encuentra cada vez más solo en su delirio de conseguir el triunfo en base a una campaña antifraude. Cada vez es menos la gente que quiere seguir peleando una guerra que estaba perdida desde el comienzo. Según rumores, hasta su entorno más cercano está podrido y quiere terminar con la ridícula historia.
ASUNCIÓN.- Toda la efervescencia que se sintió el martes pasado, cuando el PLRA pretendió “tomar” el local de la Justicia Electoral, parece haber desaparecido. Es cierto que, en un primer momento y con ayuda de las redes sociales, Efraín Alegre consiguió convocar a un número importante de ciudadanos, mientras amenazaba con incendiar la institución, supuestamente porque se le habían robado las elecciones.
Pero de a poco los ánimos fueron desinflándose y, aunque se mantiene el cordón policial frente al local, desde ayer ya hay muchos más periodistas y policías que manifestantes. Uno de los primeros en mostrarse en contradicción con su presidente fue el apoderado liberal Cristian González, que pronto salió a decir que no había pruebas del “monumental fraude” que denunciaba su jefe, sino algunas denuncias sin mucho contenido.
De a poco se notó la pérdida de entusiasmo, más aún cuando el Tribunal Superior de Justicia Electoral se negó a caer en el chantaje y ordenó que continuara el juzgamiento de las actas. Los furibundos denunciantes dejaron de hablar de fraude y empezaron a mencionar algunas irregularidades detectadas en el conteo de votos y en las actas, que parecen haber sido adulteradas, pero por los opositores para justificar su escándalo.
El punto de quiebre de Alegre ocurrió el miércoles a la tarde, cuando se autoproclamó “el ganador moral” de las elecciones del domingo, lo que rayó tanto en lo ridículo que hasta su entorno sintió vergüenza. Esta actitud de quien intentó, y perdió, por segunda vez ser elegido presidente de la República, hizo que gran parte de quienes, hasta ese momento, estaban entusiasmados apoyando las denuncias, empezaran a dudar de su estabilidad mental.
Efraín sabe que su final político llegó sin prórroga de ninguna clase. Esta fue la última oportunidad que tuvo para llegar a la Presidencia de la República, y volvió a fracasar, aunque ahora duele más la derrota porque, por lo menos, en el 2013 no era presidente del PLRA. Así que lo que hace ahora es dar sus últimos pataleos de ahogado, antes de rendirse y pasar a retiro.
