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Nunca es tarde

Fue en una conversación casual entre amigos, en estos días calurosos de finde. Por supuesto el tema era la situación del país, lo mal que se estaba, la escapada de Arrom y Martí, los indígenas cerrando el puente Remanso, la  “ayudita” que le dieron a los tres diputados que corrían el riesgo de perder la investidura, Petropar manejado a tontas y locas, etc.

La lista era bastante larga y la conclusión general era, como siempre últimamente, desastre ko Marito. Nadie aprobó la actual labor presidencial.

Las opiniones dentro del grupo, bastante calificado, dicho sea de paso, ingenieros, arquitectos, empresarios, comerciantes, periodistas, etc, eran muy diferentes hace apenas año y medio.

La mayoría denostaba contra el Gobierno de HC, repitiendo quizás sin estar muy consciente de ello, las barbaridades que publicaba el diario ABC Color, impulsado por la ira del desaparecido AZ, porque el gobierno le cortó los millonarios negocios que hacía con el estado, desde millones de dólares en publicidad de Itaipú, pasando por jugosos contratos para sus múltiples empresas.

Por supuesto obraron en  consecuencia. Todos votaron por el candidato de la oposición opuesto al de HC,  “Marito”, un gran desconocido prácticamente, “mitâ’i porâ”, como dirían los jueces de Paraguarí, sin ninguna calificación para ejercer tan delicado cargo, que se enfrentó a Santi Peña, “el liberal” (qué estupidez), súper calificado, listo como para hacer una gran administración del estado. El resultado de la elección es por todos conocido. El resultado de lo que está sucediendo después, o sea ahora, también.  Metieron la pata y ahora lo están admitiendo, pero sufriendo en carne propia las consecuencias  de la mala elección. Ahora se dan cuenta que la época de Cartes era mejor en todos los aspectos. Había dinero en las calles, todo circulaba bien, se cuidaba la plata del pueblo, no se robaba, encabezados todos por el jefe, quien insistía “el país primero”, los entes públicos vitales (como Petropar) trabajaban para el pueblo exclusivamente. No había otros patrones a los que rendir cuentas ni pagar favores políticos, etc.

El gobierno paraguayo era un  ejemplo en la región y en el mundo. Se logró destrozar toda la leyenda negra que rodeaba al Paraguay. La mala gestión en materia de comunicación de las tareas del gobierno y el tremendo enemigo de entonces, el hombre que se creía gobernante de facto (AZ), terminaron armando una “percepción  negativa “(Juancho dixit), que hizo que se perdieran las elecciones, pese a haber hecho un gobierno brillante.

El destino del presidente, es el destino del país en este momento. Nada de lo que pase o deje de pasar en cuanto a su continuidad  en el cargo, dejará de ser traumático para la economía, la política, la convivencia pacífica, etc.

Pese a ello, todo el mundo (aunque cada vez manos) está dispuesto a dar una mano, pero el hombre debe cambiar. La oportunidad que recibió de parte de HC, cuando le temblaba el piso por el feo asunto de Itaipú, la está dilapidando, con actitudes soberbias que van minando cada vez más su credibilidad. Nunca un  presidente acumuló tanto rechazo en su primer año de Gobierno. El dato lo dice todo.

Se aproximan también compulsas electorales, donde HC sentará su presencia. Hay que evaluar a los candidatos con desapasionamiento y elegir a los mejores a los más capacitados y honestos.

La oportunidad para “Santi” llegará nuevamente, más tarde o más temprano y será el momento preciso, exacto, para recordar el error cometido y enderezar el rumbo, que se torció en mala hora.

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