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ASUNCIÓN. Cuando el 9 de septiembre pasado un grupo del EPP secuestraba al expresidente Óscar Denis, nadie pensaba que el político liberal se sumaría a Félix Urbieta y Edelio Morínigo, las eternas víctimas del grupo delincuencial. Al comienzo hubo una rápida reacción gubernamental, que recurrió a la ayuda internacional para rastrear al secuestrado y sus captores. Desde entonces hay un equipo de expertos colombianos asentados en el país y que, presuntamente, asesoran de manera continua a sus pares paraguayos.

Pero pasó el tiempo y a más de 3 meses de su secuestro, ni siquiera se sabe si Denis continúa con vida, porque no se tienen más que las expresiones de deseos de las fuerzas de seguridad, sin ninguna prueba de vida que indique algo al respecto.

Lo que consiguió el secuestro del exvicepresidente es que se vuelva a recordar a los otros dos secuestrados, Urbieta y Morínigo, ya que las familiares de estos volvieron a tener espacios en los medios, y los Denis los incluyeron en todos los reclamos, así que el slogan de la campaña organizada por ellos es “Que vuelvan los tres”.

Después de haber tenido mucha paciencia con el gobierno, las hijas de Denis decidieron patear la olla y reclamar la falta de acciones de la Fuerza de Tarea Conjunta, que ni siquiera logró hasta ahora averiguar en dónde tienen a su padre. Todo se agrava a causa de la precaria salud del ganadero y político liberal, quien necesita medicamentos diarios para sobrevivir y, hasta ahora, no se sabe si los secuestradores se los proveen.

Indudablemente, el secuestro de Óscar Denis es una de las heridas abiertas que nos deja el 2020 y nos indica a las claras que nuestro gobierno es incapaz de rescatar a sus habitantes cuando estos lo necesitan. Lo mismo ocurre con Urbieta y Morínigo, quienes permanecen en poder del EPP desde hace varios años.