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ASUNCIÓN. Ayer veíamos que luego de que un vendedor ambulante se encadenara en el enrejado del Tupasy Ycuá, las autoridades eclesiásticas y municipales de Caacupé decidieron reabrir el lugar, a pesar de que hay un decreto del Ejecutivo que establecía su cierra hasta después de la festividad del 8 de diciembre.
Hoy, el mismo obispo Ricardo Valenzuela reconoce que estos vendedores ambulantes son los que más presionan para que no se cumpla con las medidas restrictivas. Y conste que el gobierno decidió que desde la semana próxima les pagará un subsidio de 550 mil guaraníes por lo que perderán al prohibirse la celebración presencial.
Pero no son los únicos, ya que la ciudadanía también se muestra bastante reticente a cumplir con las indicaciones sanitarias, porque les cuesta quedarse en sus casas y “vienen a dar vueltas por la ciudad y sacan fotos de la casa de la Virgen de los Milagros”, añadió el obispo.
Expresó que los vendedores, “cuando ven a los feligreses llegar, es como que les asaltan y les salen al paso para poder vender sus productos. Es difícil resolver estas cuestiones, no son los peregrinos sino que los vendedores, ellos hacen una presión”.
