Inicio / La visión de ADN / Enemigo silencioso

Enemigo silencioso

Daba miedo. Realmente era atemorizante pensar que todo eso se estaba yendo al diablo más rápido que ligero. Formábamos parte de ese convoy de personas que atestaba la noche del sábado el centro de la ciudad, la calle Palma y sus adyacencias.

Un mar de gente iba y venía en todas direcciones. Mucho de ellos jovencísimos, en pareja, tomados de la mano o no, algunos con botellitas de cerveza en la mano en una actitud que parecía gritarle a la vida…¡paso!

Las calles Palma, Estrella, todas las adyacentes, repletas de vehículos, el estacionamiento era prácticamente imposible, el tráfico se hacía lento y pesado. Pasaban camionetas lujosas, autos “chileré” con la música a todo vapor que se los escuchaba cuadras antes. La vida bullía en cada esquina. Se instalan una suerte de bares al paso, volantes, en casi todas las esquinas  e increíblemente casi todos tenían clientes. El Lido, El Bolsi, y otros sitios no tan tradicionales estaban repletos de bote en bote, era absolutamente imposible obtener  un lugar, a no ser que aguantaras una cola de media hora para conseguir una mesa. Y encima, peleando a avivados que querían llevarse de prepo el “trofeo”.

Más abajo, en la Costanera donde uno pensaría que se encontraría con la quietud de la noche, un aire límpido y un manto de estrellas, se quedaba perplejo apenas al bajar al sitio por la calle que da al costado del Congreso. El cielo estaba cruzado de luces láser que trazaban raros arabescos, unas enormes carpas que recordaban al Circo de Soleil, música a todo volumen y nuevamente un mar de gente…y de autos.  Había vehículos estacionados a mano izquierda y derecha de la vía por lo que uno tenía que circular por un angosto corredor donde otra vez estaban autos estacionados en doble fila por varios kilómetros.

Pasado el sofocón se imponía la reflexión. ¡Qué maravilla todo esto! Tanta gente con dinero para gastar, para pagar el combustible, la cuenta en los bares, hasta la sentada para comer una empanadita tiene su costo. Y era gente de a pie, muchos de ellos. Un  nivel popular se diría. ¿Cómo se logró esto?

No se podría pensar ni por un segundo que es obra del actual gobierno que lleva dos meses de gestión.

Lógico que es aún obra del gobierno de Horacio Cartes. Es su herencia magnífica. El bienestar del pueblo no se logra de la noche a la mañana, son  años y años de cuidar la gestión, de “construir el futuro”, como rezaba su slogan.

Esa verdadera fiesta popular sabatina se logró, por ejemplo, administrando Petropar para beneficio del pueblo. Se bajó en reiteradas ocasiones el precio del combustible,  cuando las circunstancias eran adversas, se esperó hasta último momento, cuando ya no daba más la situación, para reajustar los precios. Se importó el gas más barato y el camioncito de “Ñande Gas” llegaba hasta las amas de casa con su preciosa carga más económica para hacer el puchero diario. Se evitaba el ajuste para arriba de los pasajes, por todos los medios, se lo subsidió para que no impactara en la canasta familiar.

Tomamos el ejemplo de Petropar porque es emblemático. Era la antítesis de lo que está ocurriendo ahora. Los emblemas evidentemente recobraron el control de la petrolera estatal. E imponen sus normas, solo “pro bolsillo”, que el pueblo se joda.

Esta actitud si se quiere hasta entreguista de las autoridades del nuevo gobierno desatará una inevitable espiral inflacionaria que terminará devorando el restito de plata que daba para salir el sábado a la noche. La misma es un enemigo silencioso que corre serpenteante por todos los ámbitos de la vida ciudadana, volviéndolo todo más difícil.

La administración de Mario Abdo va de error en error. Algunas veces por soberbia, como el caso de la crisis con Israel, otras por inexperiencia o por la carencia de candidatos adecuados, las cosas se están haciendo preocupantemente mal.

Habrá que ver cuánto les dura la “sombrilla benéfica” que les dejó HC, a quien por todo pago, traicionaron alevosamente, complicando aún más sus chances de gobernar exitosamente a la República.

Commentarios

comentarios

Mira también

Nunca es tarde

Fue en una conversación casual entre amigos, en estos días calurosos de finde. Por supuesto …