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Gobernar para los amigos

Esa es una de las características del clientelismo político. Hacer uso de la lapicera para nombrar a los amigos en cargos en los que no necesitan ninguna capacidad especial, salvo formar parte de nuestro círculo cercano.

Fue también una de las más terribles herencias que nos dejó la dictadura, en donde regía la frase ‘para los amigos, todo… para los enemigos, nada’. Después de décadas de luchas, denuncias y exigencias ciudadanas, en los últimos años empezó a tenerse en cuenta más los méritos que los padrinos. Si bien el cambio apenas había empezado y el proceso que nos aguardaba era aún largo, nadie esperó que tuviéramos que enfrentarnos a un retroceso brutal y lamentable.

El caso de la secretaria de la primera dama, que, de ganar hace 2 meses un salario de 6.800.000 guaraníes, pasó ahora a recibir mensualmente 30 millones, puede que sea el caso más emblemático, pero no será el único, en el cual se desnude el clientelismo político, más vigente que nunca con el gobierno de Mario Abdo Benítez, lo que, en realidad, no debería sorprender tanto puesto que ese es el pensamiento con el que nació y se crió el presidente, así que debe ser lo único que entiende y acepta.

Nadie sabe cómo surgió el tema del comisionamiento ni quién empezó a aplicarlo; tampoco hay demasiada información de su utilización en otros países, pero aquí es una regla utilizada, muy pocas veces para cubrir alguna falencia en determinadas instituciones, y, casi siempre, para conseguir salarios más altos para cargos que no tienen respaldo financiero adecuado dentro de la Administración Pública.

Rocío Kanonnikoff fue nombrada coordinadora general del Despacho de la Primera Dama; es decir, secretaria de la esposa del presidente. Como este despacho había desaparecido durante la administración de Horacio Cartes, imaginamos que tampoco cuenta con presupuesto propio. Así que había que buscar alguna entidad que cubra los gastos, especialmente los salariales. Y qué mejor que Yacyretá, conocida como una de las gallinas de oro del país, y, además, manejada por alguien que sabe mucho de clientelismo y que tiene toda la intención de convertir a la entidad en un PC partidario, Nicanor Duarte Frutos.

Alguna vez habría que analizar la figura del comisionamiento y, de ser posible, eliminarlo del panorama, salvo casos bien puntuales, que no tuvieran nada que ver con el salario. Porque, obviamente, es mucho mejor ser nombrado en Yacyretá que en el Ministerio de Agricultura, por poner un ejemplo. Porque la hidroeléctrica tiene “la mala costumbre” de pagar sueldos millonarios a sus funcionarios.

Pero, ¿30 millones para una secretaria? ¿No es un poco mucho, hasta para el presidente y su primera dama, quienes, por sus orígenes, parecen estar muy alejados de la realidad que vive el paraguayo común? Uno no puede evitar preguntarse si, al dar la orden y firmar el decreto, el jefe de Estado no habrá tenido algún momento de duda en el que podría haber considerado que esta decisión generaría reacciones contrarias en la ciudadanía, ya demasiado cansada de este gobierno que ni siquiera sobrepasó aún los 100 días.

Aunque, habida cuenta de los nombramientos que realizó anteriormente, en algunos de los cuales el mismo reconoce que son pagos de favores políticos, no parece que el jefe de Estado tenga la costumbre de analizar la reacción de la gente ante sus decisiones. Es más, no parece tener el menor interés en el tema.

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