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Hablemos claro

Lo que está pasando en la ANR y que se expresó en la fallida sesión del Congreso el pasado miércoles, no es solo fruto de “berrinches” protagonizados por senadores “abdistas” enojados con Horacio Cartes, vaya uno a saber por qué. De ser solo eso, se resolvería fácilmente con algunos tirones de orejas o con una dosis de “paciencia” y otra de “saliva”, al decir de Galaverna, y desde luego no afectaría el normal funcionamiento del máximo organismo del Poder Legislativo.

Lo que está en desarrollo es una crisis de envergadura, provocada de forma premeditada por los “Añetete” (o gran parte de sus dirigentes) que decidieron unilateralmente poner fin al acuerdo, alianza o como quiera llamársele a la relación amistosa que mantuvieron durante la campaña electoral con el “cartismo”, al pretender borrar del escenario nada menos que a su líder, Horacio Cartes. Y esto, aunque lo nieguen, sería impensable si no fuera bajo la conducción del propio Mario Abdo Benítez, como lo afirmó uno de sus principales colaboradores, el senador Enrique Bacchetta.

El presidente electo mal podría alegar desconocimiento. Las manifestaciones de sus senadores comenzaron a divulgarse públicamente el pasado 22 de mayo, hace 10 días, cuando Blanca Ovelar dijo que no acompañaría el juramento de HC como senador y que había “incertidumbre en su bancada”. El 23 de mayo se publicaron declaraciones de dicha senadora, así como de sus colegas Arnoldo Wiens y Eduardo Petta, sosteniendo esa postura. El 25, Blanca adopta por completo el libreto de ABC y se muestra “indignada” por el “vínculo” de Cartes con Darío Messer, agregando eso como supuesta causa de rechazo al juramento. El 26, Wiens amenaza con dejar el bloque si se exige una postura de bancada, El 27, los tres se ratificaron nuevamente. El 28 renuncia a su banca en el Senado su futuro secretario (canciller), Luis Alberto Castiglioni, quien también se manifestó contra la senaduría de HC. El 29, Oscar “Cachito” Salomón avisa que no asistirá a la sesión y otro senador más de “añetete”,  Víctor Paniagua, hace lo mismo.

Fueron tapas de diarios. Seis de ocho senadores de su bancada asumían ser parte de la intriga, quienes  liquidaban así la posibilidad de que el Congreso tenga quórum para sesionar y aceptar la renuncia de Cartes. En consecuencia,  Marito mal podría decir que “no sabía” lo que pasaba, ni seguir insistiendo con que “es un tema que atañe exclusivamente a los senadores”, pues cualquier político con dos dedos de frente se daría cuenta que eso destruiría su propia base de sustento y afectaría nocivamente el funcionamiento institucional de la República. Pero eso parece no preocuparle en lo más mínimo, tal vez porque está tejiendo acuerdos con el oficialismo liberal y otras fuerzas menores en el Congreso, con los que antes compartió “trincheras” en el Senado para boicotear los proyectos del Ejecutivo.

En este contexto general, las propuestas de diálogo, de “paciencia” y “saliva”, en sí no están mal, como tampoco el anuncio del propio HC de no jurar si no es con el acompañamiento de todos los senadores colorados. Pero todo eso tiene sentido si los “Añetete” rectifican su conducta, si el propio Abdo Benítez se aviene a recomponer la unidad que con sus actos hicieron trizas y si acatan lo dispuesto por las instituciones, que proclamaron a Cartes como senador y respetan el resultado de la voluntad popular, principio sagrado de la democracia.

En otras palabras, la única posibilidad de “arreglo” radica en retrotraer las cosas a como estaban antes de que salieran a agitar las aguas los Arnoldo Wiens, Blanca Ovelar y compañía, que toda la bancada “añetete” asista a una próxima sesión del Congreso y que sus miembros abandonen la tesis de impedir a cualquier costo el juramento de HC.

De no ser sobre esas bases, los diálogos serían una pérdida de tiempo, un engaña bobos, que facilitaría el trabajo a los que quieren ver a Mario Abdo en los brazos de Efraín Alegre y a Honor Colorado reducido a escombros, lo cual no solo sería letal para la ANR, sino que produciría en el país un descalabro en todos los órdenes.

Hablemos claro

Lo que está pasando en la ANR y que se expresó en la fallida sesión del Congreso el pasado miércoles, no es solo fruto de “berrinches” protagonizados por senadores “abdistas” enojados con Horacio Cartes, vaya uno a saber por qué. De ser solo eso, se resolvería fácilmente con algunos tirones de orejas o con una dosis de “paciencia” y otra de “saliva”, al decir de Galaverna, y desde luego no afectaría el normal funcionamiento del máximo organismo del Poder Legislativo. Lo que está en desarrollo es una crisis de envergadura, provocada de forma premeditada por los “Añetete” (o gran parte de sus dirigentes) que decidieron unilateralmente poner fin al acuerdo, alianza o como quiera llamársele a la relación amistosa que mantuvieron durante la campaña electoral con el “cartismo”, al pretender borrar del escenario nada menos que a su líder, Horacio Cartes. Y esto, aunque lo nieguen, sería impensable si no fuera bajo la conducción del propio Mario Abdo Benítez, como lo afirmó uno de sus principales colaboradores, el senador Enrique Bacchetta.

El presidente electo mal podría alegar desconocimiento. Las manifestaciones de sus senadores comenzaron a divulgarse públicamente el pasado 22 de mayo, hace 10 días, cuando Blanca Ovelar dijo que no acompañaría el juramento de HC como senador y que había “incertidumbre en su bancada”. El 23 de mayo se publicaron declaraciones de dicha senadora, así como de sus colegas Arnoldo Wiens y Eduardo Petta, sosteniendo esa postura. El 25, Blanca adopta por completo el libreto de ABC y se muestra “indignada” por el “vínculo” de Cartes con Darío Messer, agregando eso como supuesta causa de rechazo al juramento. El 26, Wiens amenaza con dejar el bloque si se exige una postura de bancada, El 27, los tres se ratificaron nuevamente. El 28 renuncia a su banca en el Senado su futuro secretario (canciller), Luis Alberto Castiglioni, quien también se manifestó contra la senaduría de HC. El 29, Oscar “Cachito” Salomón avisa que no asistirá a la sesión y otro senador más de “añetete”,  Víctor Paniagua, hace lo mismo.

Fueron tapas de diarios. Seis de ocho senadores de su bancada asumían ser parte de la intriga, quienes  liquidaban así la posibilidad de que el Congreso tenga quórum para sesionar y aceptar la renuncia de Cartes. En consecuencia,  Marito mal podría decir que “no sabía” lo que pasaba, ni seguir insistiendo con que “es un tema que atañe exclusivamente a los senadores”, pues cualquier político con dos dedos de frente se daría cuenta que eso destruiría su propia base de sustento y afectaría nocivamente el funcionamiento institucional de la República. Pero eso parece no preocuparle en lo más mínimo, tal vez porque está tejiendo acuerdos con el oficialismo liberal y otras fuerzas menores en el Congreso, con los que antes compartió “trincheras” en el Senado para boicotear los proyectos del Ejecutivo.

En este contexto general, las propuestas de diálogo, de “paciencia” y “saliva”, en sí no están mal, como tampoco el anuncio del propio HC de no jurar si no es con el acompañamiento de todos los senadores colorados. Pero todo eso tiene sentido si los “Añetete” rectifican su conducta, si el propio Abdo Benítez se aviene a recomponer la unidad que con sus actos hicieron trizas y si acatan lo dispuesto por las instituciones, que proclamaron a Cartes como senador y respetan el resultado de la voluntad popular, principio sagrado de la democracia.

En otras palabras, la única posibilidad de “arreglo” radica en retrotraer las cosas a como estaban antes de que salieran a agitar las aguas los Arnoldo Wiens, Blanca Ovelar y compañía, que toda la bancada “añetete” asista a una próxima sesión del Congreso y que sus miembros abandonen la tesis de impedir a cualquier costo el juramento de HC.

De no ser sobre esas bases, los diálogos serían una pérdida de tiempo, un engaña bobos, que facilitaría el trabajo a los que quieren ver a Mario Abdo en los brazos de Efraín Alegre y a Honor Colorado reducido a escombros, lo cual no solo sería letal para la ANR, sino que produciría en el país un descalabro en todos los órdenes.

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