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Marito Pilatos

“No puedo incentivar la violación de la ley, hoy Cartes está habilitado, no lo dice Marito sino que la Justicia Electoral y la Corte Suprema. Pasó por un proceso electoral. Aunque no me gusten los fallos tengo que respetar. La Justicia dice que Cartes es senador electo. Hay que respetar o entraríamos en una anarquía en el Paraguay”. Las expresiones corresponden a Abdo Benítez, quien por fin habló de un tema que amenaza con la ruptura de la alianza que le llevó a la presidencia, aunque no para dar indicaciones a sus compañeros de equipo, como lo haría un líder, sino por requerimiento de la prensa, como un opinólogo más del montón.

Lo que dice Marito es enteramente cierto. La senaduría de HC es legal y también legítima. Legal, porque está avalada por los órganos jurisdiccionales (TSJE y CSJ), y legítima porque es el resultado de la voluntad popular, que lo ungió como el candidato más votado en los pasados comicios. La pregunta es ¿por qué Marito se limita al papel de simple comentarista de la realidad, en lugar de ejercer su liderazgo para ordenar el tremendo alboroto desatado en su propio gallinero?

Los hechos, como son. Primero fueron sus senadores Arnoldo Wiens, Blanca Ovelar (a quien Mina Feliciángeli la puso en vereda) y Eduardo Petta. Éstos tomaron la línea que “les bajaron” Zuccolillo y Vierci y comenzaron la campaña contra el juramento de HC. A ellos se sumó  su secretario-canciller,  el ahora exsenador Luis Alberto Castiglioni, que lleva impreso en su ADN el estigma de la traición. Finalmente otros senadores desarrollaron el mismo libreto, como  Ricardo Peralta, quien cubrió la vacancia dejada por Marito y Oscar “Cachito” Salomón.

Son seis de ocho. Solo quedan Silvio “Beto” Ovelar y Juan Carlos Galaverna, sosteniendo la tesis favorable a la aceptación de la renuncia de HC y su posterior juramento. Y llegado a este punto se nos plantean con fuerza otros interrogantes: ¿Qué clase de líder es Marito, a quien no le da bolilla el 75% de su propia bancada en la Cámara Alta? ¿O acaso hubo una “división de tareas”, en la que él aparece con cara de “yo no fui”, muy respetuoso de los acuerdos, dejando a otros el “trabajo sucio”?

Es difícil imaginar que el presidente electo obre sinceramente en esta materia y más difícil pensar que no haya medido las consecuencias de semejante deslealtad política hacia Honor Colorado, al pretender borrar del escenario nada menos que a su líder.

De consumarse tamaña traición, la alianza que hizo posible la victoria de Abdo Benítez y estaba llamada a ser su base de sustento político, habrá estallado por los aires, dejará de existir de la peor manera, por la acción del grueso de sus senadores y la “omisión” de su líder. Un escenario altamente probable, en el cual no sería descartable que Marito, siguiendo el libreto de Zuccolillo y Vierci, prefiriese echarse en brazos de Efraín Alegre, Desirée Masi y representantes de otras fuerzas menores. Después de todo, fueron grandes aliados en el Senado para sabotear los planes del Ejecutivo.

Cualquier analista habrá incluido esta hipótesis entre sus pronósticos a mediano plazo, pero Abdo y los añetete están batiendo todos los registros en materia de idiotez política, pues nadie había logrado, hasta ahora, generar un crisis partidaria, que tendrá derivaciones nacionales, 45 días ANTES de asumir el mando.

Una verdadero récord histórico, que hasta causaría risa, si no fuera porque todos terminaremos pagando los platos rotos.

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