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No les salió el intento

Con la última movilización campesina quedó demostrado que hay una gran diferencia entre los miles de labriegos que quieren trabajar y sus supuestos líderes, que pretenden seguir utilizándolos para conseguir rédito político.

Es cierto que la fórmula les había resultado muy bien hasta ahora, después de que año tras año arrearan a los compatriotas hasta la capital, en donde permanecían durante largos y dolorosos días, para volver a sus valles con las manos vacías y la decepción cada vez más profunda.

Pero las negociaciones emprendidas por el gobierno con el sector agrario les demostraron que era posible lograr sus cometidos a través del diálogo y no de la violencia. Es así que lograron el refinanciamiento de sus deudas con el Estado y más de 10 mil millones de guaraníes en concepto de resarcimiento. Esto logró, no solamente aliviar la situación en la que viven los campesinos, sino que les abrió los ojos y les permitió ver que durante años fueron manipulados por personajes inescrupulosos a los que poco y nada les importaban sus necesidades.

Pero estos personajes no están dispuestos a desaparecer sin dar pelea y defenderse como gato panza arriba. Posiblemente no tomaron en serio la información de que las organizaciones campesinas no pensaban participar de la última movilización. Era algo que no podía ocurrir en su mundo, en el que habían conseguido feroces ganancias a costa de la necesidad de los agricultores.

Así que persistieron en su empeño y continuaron con la organización de la marcha, contra viento y marea. Y se toparon con la realidad. La asistencia fue tan escasa que solo mencionarla daba vergüenza. No llegaron a reunir ni a 500 campesinos, de los más de 10 mil que solían copar Asunción y el resto del país.

Elvio Benítez y sus secuaces pretendieron crear zozobra, repartiendo amenazas y amedrentando a los que se resistieron y rechazaron el nuevo intento de manipulación. Lanzaron consignas que pretendieron que fueran duras, pero sonaron ridículas, porque si ni cuando manejaban a los labriegos de todo el país consiguieron convencerles de llevar adelante una lucha armada, ahora que la mayoría de ellos tiene los ojos bien abiertos y ya está en otra cosa, los alaridos de estos tipos suenan más a gritos lastimeros que amenazantes.

Si las movilizaciones campesinas de años atrás no servían para nada porque se topaban con la indiferencia del gobierno, mucho menos ha servido ésta, que ni siquiera logró el nivel de participación anterior. Y no fue porque los labriegos se hayan cansado de sus reclamos, sino porque descubrieron que podían llegar a sus objetivos negociando y no confrontando.

El tiempo de estos políticos disfrazados de líderes campesinos ha quedado atrás. Tendrán que aprender que ya no podrán seguir manipulando a nadie y que si quieren ganar espacios tendrán que bajar a la arena política y competir en igualdad de condiciones con el resto. Tendrán que sacarse la careta y mostrarse tal cual son y cuáles son sus verdaderas intenciones. Así como están las cosas, ya nadie les cree ni piensa seguir bajo su influencia. Se acabó el abuso y la manipulación a las necesidades de los compatriotas campesinos.

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