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Para mí lo ancho, para ti lo agudo…

Este tiempo político que está viviendo nuestro país debe quedar en la historia y ser estudiado por las generaciones futuras por la variedad de situaciones y posturas, algunas lógicas, otras radicalmente ilógicas- y taimadas- que manifiesta nuestra clase política, y a la que se suma un nuevo actor, la ciudadanía, que se expresa y reacciona histéricamente en las redes sociales, aunque solamente conozca una parte de la historia, generalmente la adversa a la postura oficial, porque así da gusto.

Pero veamos primero la actuación de la dirigencia política de todos los sectores e ideologías. La virulencia de la reacción en contra de los tres diputados liberales que, contra todo pronóstico, votaron por la propuesta colorada de postergar el tratamiento de la enmienda hasta tener un dictamen de comisión.

Se los ha acusado de ser traidores, corruptos, de haber recibido 500 mil dólares a cambio de su voto, etc, solamente porque tuvieron el atrevimiento de desobedecer un mandato partidario. Nadie los escuchó cuando expusieron las razones de su proceder. Estaban condenados de antemano.

Pero, y he aquí lo llamativo, estos mismos políticos pretenden que en ambas cámaras se cuelguen letreros que recuerden que senadores y diputados no pueden ser presionados por mandatos imperativos, en un intento de que la convención colorada de mañana no tenga el poder de hacer que los republicanos que el miércoles votaron por la versión liberal de tratar la enmienda ese día y rechazarla, tengan que obedecer ninguna orden partidaria.

Así que lo que cuestionan en los tres liberales, haber votado en libertad y desobedeciendo el mandato partidario, es exactamente lo que exigen para los colorados, que tengan la posibilidad de tomar su decisión sin ninguna presión de la convención. Este simple análisis, que no pasa de ser superficial, ya demuestra a las claras que la política nacional de quienes detentan una mayoría circunstancial, está guiada por intereses particulares que nada tienen que ver con lo que disponen la Constitución y las leyes, y, mucho menos, con lo que conviene a la ciudadanía.

Una ciudadanía que, por otra parte, tampoco se detiene a analizar a fondo lo que ocurre sino que se deja manejar por los que son considerados “democráticos” sin importar todos los abusos que han cometido en estos años que llevan ocupando bancas en el Legislativo.

Rebelarse contra el poder de turno siempre tuvo su atractivo, pero llega un momento en el que el planteamiento debe ser diferente, puesto que el enfrentamiento estéril y que choca permanentemente con la realidad, no conduce a nada ni construye nada.

Pero aun así, estos supuestos rebeldes, que mientras denuncian al gobierno transan bajo la mesa con quien se les ponga a mano, siguen teniendo un discurso atractivo que solivianta a las masas y las hace reaccionar como un monstruo sin criterio ni sentido común. Así que esta ciudadanía confundida y manipulada se está autoconvocando a través de las redes sociales para manifestarse en contra de la posibilidad de reelección presidencial, cuando que ni siquiera fue capaz de reaccionar cuando los senadores dejaron sin posibilidad de mejorar los locales educativos o sin trabajo a unos 50 mil paraguayos que trabajan en la construcción.

Este es un tiempo duro, pero atractivo, que, más temprano que tarde, dejará palpable la postura de cada uno de los sectores involucrados, que serán juzgados por las generaciones futuras.

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