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A punto de tropezar con la misma piedra

Cualquier persona intentaría aprender de sus propios errores, o es lo que harían quienes tienen algo de sentido común. Sin embargo, no en balde dicen que el ser humano es el único animal que tropieza 2 veces con la misma piedra, y es exactamente eso lo que están a un paso de hacer los senadores con el tema del Presupuesto General de la Nación para este año que acaba de iniciarse.

Ya tuvimos que pasar todo el 2017 sin un presupuesto propio, con el del año pasado prestado y sometido durante todo este período legislativo a permanentes ampliaciones para adecuarlo a la realidad actual de las instituciones del Estado. Eso ocurrió en diciembre del 2016 porque, en un descontrol absoluto, el Senado se puso a hacer vito con la plata del Estado, dando aumentos a diestra y siniestra, de tal manera que el Ejecutivo no tuvo más remedio que vetar la ley sancionada.

La historia es, por todos, conocida. Las cámaras no tuvieron mayoría para rechazar el veto ni tiempo para hacer las modificaciones puesto que el año había terminado, por lo que no hubo más remedio que recurrir a la previsión constitucional de que continuara vigente el presupuesto del año anterior.

En lugar de tomar nota del despelote y hacer bien las cosas este año para evitar la crisis que se genera con un presupuesto lleno de parches y remiendos, otra vez los senadores este año hicieron una cantidad de modificaciones al proyecto del Ejecutivo, sobrepasando ampliamente el monto previsto para el año corriente. Y así quedó la ley, porque los diputados ni siquiera volvieron a tratar las modificaciones de sus colegas de la cámara alta, por lo que la misma tuvo sanción ficta.

Por supuesto que el Ejecutivo iba a vetar el texto, por lo menos de manera parcial. Y así, otra vez llegamos al límite de que terminó el 2017 sin que haya un presupuesto vigente para este año. Hoy ambas cámaras analizarán el veto y verán si tienen mayoría para rechazarlo. Si lo consiguen, el gobierno se verá obligado a promulgar la ley aunque luego no tenga de dónde sacar la plata para tanto despilfarro.

La única diferencia entre lo ocurrido el año pasado y éste es que, en el 2016, el veto del Ejecutivo fue total y ahora es parcial. Esto significa que, en caso de no tener la mayoría necesaria para rechazar ambas cámaras el veto, éstas deberán ponerse de acuerdo para promulgar las partes no objetadas de la ley, de acuerdo a lo que dispone la Constitución, lo que podría quedar más o menos aceptable en el caso de otras leyes, pero en la del Presupuesto lo menos que se podría pensar es que será una ley muy poco prolija.

No se puede seguir jugando con remiendos y chapucerías para una de las leyes más fundamentales para el funcionamiento correcto del Estado. Lo único que podemos pensar es que, ojalá, el Congreso que asuma  funciones a mediados del año próximo tenga un poco más de sentido común y aunque sea una pisca de patriotismo. Y, sobre todo, que no tenga tanta devoción por el circo y el vedetismo.

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