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Roban el futuro

Cualquier persona que tuviera un mínimo de conciencia debería saber que en un país en donde la educación ha sido tan postergada durante décadas, cualquier recurso que pudiera ser destinado a mejorar aunque sea de manera paliativa la infraestructura de escuelas y colegios, es sagrado.

No es extraño que los paraguayos tengamos la desgracia de que los que lleguen al poder sean, casi siempre, personas sin escrúpulos y con serios problemas de honorabilidad. Así que el simple hecho de que la mayoría de gobernadores e intendentes haya utilizado la plata de Fonacide en hacerse más rica, no es de extrañar. Quizás ni siquiera hacerse más rica, pero sí aumentar la clientela de empleados públicos,  entre ella amantes, punteros, recomendados diversos, etc. Cosas de la política criolla que definitivamente van a tardar en desaparecer. Pero cuando pensamos que esa plata era para el sector educativo de cada región del país, la indignación y la impotencia se vuelven mucho más profundas.

En Paraguay, no solamente la calidad educativa es deficiente y hace que nuestros jóvenes estén muy por detrás de los de la región, con pocas condiciones de competir con solvencia en un mundo globalizado que exige capacitación y eficiencia. Lo más grave es la situación de la infraestructura edilicia de escuelas y colegios, que, literalmente, se cae a pedazos en un porcentaje aplastante.

No se puede “tirar vito” el dinero que debía ser destinado al mejoramiento edilicio del sector educativo en un país en el que los techos y paredes de escuelas y colegios a los que asiste el sector más carenciado de la población, se derrumban sobre las cabezas de los alumnos! Si hasta ahora no hubo ninguna muerte que lamentar es un verdadero milagro, pero los milagros no son eternos.

Se “esfumó” la plata del Fonacide, la plata que debía mejorar el lugar donde estudian miles de niños y jóvenes a los que ellos prometieron servir y sus necesidades cuidar. La mayoría de los gobernadores e intendentes, sin distinción de color, manejaron muy mal estos recursos y lo siguen haciendo. En este mismo momento la Fiscalía sumó una serie de denuncias de irregularidades que se deben adosar a otras que se produjeron anteriormente sin solución de continuidad. Y pensar que estos señores, en virtud de un ok parlamentario, seguirán ocupándose de “invertir” ese dinero. Terrible.

Lo trágico además es que todo el proceso está contaminado. Si por ahí a alguno se le ocurrió realizar alguna mejoría, fue más que nada para disimular tanto desmadre, lo hizo de cualquier manera, con malos materiales y con la obra sobrefacturada.

Es inadmisible que uno robe al que tiene menos. Sin justificar el robo de ninguna clase, hay grados y grados. Robar al pobre debería merecer que al ladrón se le corte una mano, por lo menos, como hacen en algunos países islámicos.

Para colmo, ninguno de estos ladrones está en la cárcel. Cada vez que algún fiscal imputa a uno de ellos, se expone a que los partidos políticos lo denuncien ante el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, porque esta rosca está integrada por todos, si no son autores directos del robo, son cómplices y encubridores.

Sin duda, esta es una materia pendiente. Estos señores deberían aprender la lección. Se los va a controlar y se los va a denunciar. Falta solamente que lleguen al Gólgota: Se los va a procesar, a condenar y tendrán que pagar sus culpas en la cárcel. Es lo que falta. Nada más.

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