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Zapatero, a tus zapatos

Dicen por ahí que como diputado, Miguel Cuevas es un buen zapatero. Y debe ser cierto ya que no olvida sus raíces y no desaprovecha la ocasión, aunque sea en un día hábil, para juntarse con sus excolegas.

Es muy emotivo eso de que uno no olvide sus orígenes y que siempre conserve el recuerdo de lo que era antes de llegar al poder. Pero en un momento tan álgido como este para el Poder Legislativo, y, aún más, para la Cámara de Diputados, en donde gran parte de sus miembros –incluido el mismo Cuevas- son cuestionados por la ciudadanía, ¿qué es lo que tiene que hacer el presidente del pleno en un congreso de zapateros?

La versión oficial es que esta actividad solamente formó parte del día de gobierno que realiza cada semana en Paraguarí. Esto no tiene nada de oficial, por más que pretendan darle ese cariz. Lo que hace Cuevas cada viernes en el departamento del cual fue gobernador es buscar la forma de frenar las denuncias en su contra y presionar para que la solicitud de la Fiscalía, de reabrir el caso, caiga en agua de borrajas y sea rechazada por la Cámara de Apelaciones. Por eso eligió Paraguarí y no Itapúa, por ejemplo, para sus días de gobierno.

Y aunque digan que él es representante de dicho departamento y como tal debe estar pendiente de las necesidades de sus votantes, él no se va como el diputado Miguel Cuevas. El abdista se presenta ante sus compueblanos como el presidente de la Cámara de Diputados, y hasta lleva adláteres como delegación.

La información en sí, que figura en lugar destacado en la web de la cámara: “Presidente de Diputados, presente en Congreso Nacional de Zapateros”, a primera vista parece un chiste. Imaginamos que un lector desprevenido se preguntará qué tiene que ver el trabajo de elaborar leyes con el de armar zapatos. Y tendrá razón en preguntárselo, porque no tiene nada que ver una cosa con la otra.

Y el problema no está en que haya asistido a un congreso de zapateros, como tampoco lo hubiera sido si se trataba de verduleros, modistos, carpinteros, o de cualquier otro oficio. Aquí lo que queda palpable es que Cuevas tiene demasiada responsabilidad para su capacidad. Algo así como que es mucha arena para su camioncito.

Un tipo que, además de pegar suelas, sabe de falsificaciones de facturas, sobrecostos de bananas y cómo quedarse con la merienda escolar, y que se hizo millonario porque “yo siempre fui muy trabajador”, no puede estar al frente de un poder del Estado. No si es que pretendemos ser tomados como un país serio, con autoridades creíbles.

Porque el haber sido zapatero no es el pecado de Cuevas, al contrario. Pareciera que es la única parte de su vida por la que podría sentir algo de orgullo. Si mencionamos esta actividad es porque da la sensación de que, en realidad, es la actividad para la que nació.

Su pecado, su problema, es haberse enriquecido con chanchullos, negociados y tramoyas. Y pretender seguir haciéndolo desde el cargo que ahora ocupa, que no es moco de pavo ya que nos representa a todos los paraguayos, y no está a la altura. Seamos serios.

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