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Al César lo que es del César

La ambición desmedida parece estar jugándole una mala pasada a Mario Abdo Benítez, a quien ya le falta poco para anunciarse como enviado de Dios.

A medida que crece la posibilidad de que se apruebe la enmienda, él ve como se diluye su esperanza de ser el candidato colorado a la Presidencia de la República en el 2018. Y esto parece estar haciendo que pierda los pocos soldados que ya le quedaban en la cabeza. Está tan desesperado que ahora ya ve señales divinas en cualquier hecho, por más nimio e insignificante que fuere.

La disidencia consiguió quedarse con la Presidencia de la Comisión Permanente del Congreso, la cual no tiene mayores atribuciones que ser una suerte de guardián del Parlamento, algo sin mayor trascendencia como para que el líder de Colorado Añetete haya visto “la mano de Dios” en el hecho, asegurando que quienes solo piensan en lo terrenal y no en lo divino ganarán poco menos que el infierno, como si la elección del presidente de una comisión tuviera algo que ver con lo espiritual.

Además de delirante, Marito demuestra tener muy poco conocimiento de la Constitución Nacional. Resulta que él y su sector festejan este triunfo convencidos de que con él impedirán que durante el receso se pueda convocar a sesión extraordinaria, como si esto fuera potestad exclusiva del presidente de la Comisión Permanente.

En primer lugar, que un disidente sea el presidente de esta comisión no garantiza que a la hora de convocar a sesión extra, el pleno no tenga la mayoría necesaria para hacerlo. Además, pretender que esa es la única forma de que se haga la convocatoria es pecar de ingenuo e ignorante.

Resulta que el artículo 184 de la Constitución Nacional dice que la cuarta parte de los miembros de cualquiera de las cámaras puede pedir la convocatoria, o un decreto del Poder Ejecutivo y el presidente del Congreso o de la Comisión Permanente, deberá convocar a las cámaras, le guste o no, en el plazo perentorio de 48 horas.

Así que Ariel Oviedo, el pomposo presidente de la Comisión Permanente del Congreso, lo único que deberá hacer es obedecer el mandato constitucional y convocar a sesión extraordinaria del Senado con que solo 11 legisladores lo pidan, o lo haga el propio presidente de la República. En síntesis, Arielito no hará más que el papel de mandadero del verdadero poder.

Marito puede ser muy religioso, pero parece no disfrutar mucho de la lectura. No solo de la Constitución sino de la misma Biblia, por eso no aprendió la gran enseñanza de Jesús de dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Esto significa que debe empezar a elaborar estrategias terrestres para conseguir triunfos terrestres que le lleven a concretar su gran ambición. En esta guerra de intereses, lo único que no está en juego es un lugar en el cielo.

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