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Causas justas

Impresionante como las causas justas, aquí, allá y acullá, no mueren, persisten, van y vienen, pero siempre retornan, hasta que logran imponerse. Hay presiones, intentan acallarlas, muchas veces con sangre, pero no hay caso. Ahí están y se irán solamente, cuando lo que parecía imposible, se haga realidad.

Y ello ocurre en África, ahí está el recuerdo de la gesta de Mandela, en nuestra ajetreada Latinoamérica, donde hay ejemplos a montones y hasta en la culta y aristocrática Europa, donde la actual irrupción de los “Chalecos Amarillos” en Francia, tiene a todo el mundo boquiabierto.

Resulta inusual -hasta extraño- observar tremendas manifestaciones con quema de cubiertas y conatos de violencia entre la Policía y los manifestantes, ante la mirada nada menos que de joyas del arte universal como el “Arco del Triunfo”, los “Champs Elisées y la Torre Eiffel.

Uno tiende a pensar de inmediato…bueno, es obra de los intelectuales franceses que de cuando en cuando necesitan sentirse vivos. Nada más alejado de la realidad.

Es una revuelta con raíces de lo más populares, por parte de los obreros, trabajadores precarios de las zonas rurales, estudiantes calificados y no calificados que no encuentran empleos, etc.

Y nada de “se acabará pronto”,  hace tres meses que están en las calles y cada día se afianzan más y lo más extraordinario es un dato reciente que acaban de dar a conocer prestigiosas encuestadoras: Dos de cada tres franceses apoya a los “Chalecos Amarillos” y opinan que la movilización a favor de una mejora del poder adquisitivo y las reformas para construir instituciones más representativas, está plenamente justificada.

Los “Chalecos Amarillos” de paso, son una prenda que los automovilistas franceses están obligados a usar en caso de accidentes o de algún tipo de emergencia en las rutas. Se ha convertido en un símbolo que ya está siendo disputado por varias agrupaciones políticas que nacerán como hijos de esta revolución.

Debemos anotar también lo que fue el detonante de estas grandes marchas.  Fue nada más y nada menos que una suba inconsulta de los precios de los combustibles, apenas se iniciaba el año. Fue demasiado para las clases populares francesas que los hizo saltar a las calles, donde siguen aún hoy.

Hablábamos de las causas justas. Se debe tener mucho cuidado cuando se atenta contra los intereses del pueblo. Esta es una lección aparentemente no aprendida por el gobierno paraguayo, en múltiples decisiones que se han tomado por muchas razones, pero pocas en bien del país. El caso de la suba de combustibles que nunca volvieron a bajar, es emblemático. Ese tema sigue destruyendo diariamente la buena marcha económica heredada del gobierno anterior. Pero ahí sigue, dicen que pagando favores políticos.

Por suerte, la paciencia de los compatriotas no rebasó el cántaro. Pero se debe reflexionar, el gobierno no es un feudo personal, y si seguimos así, quien te dice que un día no amanezcan “Chalecos Amarillos” criollos, en las calles…

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