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Detrás de todo, se oculta mucho oro

Cualquiera se pregunta con sobrados fundamentos, el porqué de tamaño “quilombo” en la Gobernación del Departamento de Guairá. En tres días ocurrió lo que a García Márquez le habrá costado mucho trabajo imaginar para redactar sus novelas teñidas de realismo mágico. Hechos insólitos, como la “renuncia” del gobernador Rodolfo Friedmann en plena luna de miel, la coexistencia de tres gobernadores al mismo tiempo y un juez, pariente de un senador, que otorga una medida cautelar contraria a otra disposición judicial del mismo tipo que ya se hallaba vigente, hacen de ésta una historia verdaderamente fantástica. Pero no se trata de literatura, sino de política, convertida en simple mamarracho, y de administración de Justicia, principal responsable del tremendo caos. Entender lo sucedido resulta pues bastante complicado, aunque las cosas comenzarían a aclararse si, como recomiendan los buenos investigadores, siguiéramos la pista del dinero o, en este caso, del oro.

¿Firmó o no firmó la renuncia? ¿Lo hizo durante su despedida de soltero o antes? ¿Fue por presión o porque se hallaba “pasado de copas”? Estas y otras preguntas se hacían los periodistas, algunos de los cuales incluso apelaron a peritos caligráficos para montar el show y darle “más vuelo” al escándalo, lo que en general era motivo de curiosidad en la opinión pública, aunque ni se aproximaba a determinar los motivos reales de la crisis.

Otros salieron a inculpar rápidamente al presidente de la República. Como el entonces defenestrado gobernador, Friedman, acusó al senador oficialista Gustavo “Pipo” Alfonso de ser uno de los promotores de fraguar su renuncia, los detractores del gobierno se valieron de eso para sostener que era “el primer capítulo del gran golpe” y otros disparates por el estilo.

Y desde luego, no faltaron quienes simplemente atribuyeronlos hechos alproceder torcido de nuestros políticos, que apelan a los más variados “métodos” para sacar de la cancha a quienes no son de su agrado y acceder ellos mismos, o sus “leales”, a posiciones de poder. Pero, ¿en Guairá?, de nuevo era la pregunta cuya respuesta no resultaba convincente.

Esta comenzó a develarse en la víspera, cuando el gobernador fue confirmado en el cargo por el Tribunal Electoral de Guairá. En el discurso ante sus seguidores preguntó si había alguien de Paso Yobái, a lo que respondieron afirmativamente muchos de los presentes, en medio de aclamaciones por el apoyo que dijeron haber recibido siempre de parte del jefe departamental. ¿Y a qué se dedican éstas personas? A la extracción artesanal de… ¡oro!, que es motivo de serios conflictos con la empresa canadiense Lampa, que tiene una contrato con el Estado paraguayo para realizar dichas labores a cambio de abonar un canon insignificante.

La “fiebre del oro” se apoderó de Paso Yobái desde hace ya varios años. Los lugareños que se dedican a dicha actividad sostienen que Lampa declara cantidades muy inferiores a las que realmente extrae, no más de 30 kilos por año, mientras que los “artesanos”, sin contar con la tecnología de ésta empresa, llegan a más de 100.

Las disputas entre los políticos locales que ahora hizo crisis, no tiene pues como trasfondo el control del presupuesto de la Gobernación, ni la clientela que podrían obtener a través de la oferta de cargos, ni muchos menos temas de orden nacional, como la reelección u otros. No. Es por la participación en el fabuloso negocio que se mueve en torno al “vil metal”, que les saca brillo en los ojos y desata en ellos todo tipo de “pasiones”.

El rol de las instituciones será clave para zanjar la crisis provocada en la Gobernación. Hasta ayer, el Poder judicial se había encargado de profundizarla a niveles superlativos y es éste el que tiene la obligación de resolverla, expidiéndose cuanto antes sobre el fondo del amparo otorgado a favor de Friedmann, para cerrar definitivamente éste caso.

Y junto con eso, es perentorio que los organismos del Estado también tomen cartas en el asunto, no sobre el conflicto político en sí, sino sobre la forma en que Lampa y los “artesanos” se benefician de recursos naturales que pertenecen a todos los paraguayos.

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