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El descontrol habla por sí

El presidente de la República rompió el silencio y lo hizo de la peor manera. Consultado por la prensa sobre el escándalo desatado en Petropar, a raíz de la divulgación de documentos que comprometen seriamente a su titular, Patricia Samudio, reaccionó “indignado” y pretendió descalificar las denuncias por el hecho de ser publicadas en medios del Grupo Cartes, pero sin levantar ninguno de los cargos que se le imputan a su protegida.  Si con esta actitud pretendió disipar las sospechas que pesan sobre uno de sus altos funcionarios, le informamos que el resultado es exactamente el opuesto, pues que no hizo más que potenciarlas y quedarse “pegado” a ellas, además de mostrar su hilacha autoritaria, expresada en la intolerancia absoluta hacia la prensa que no es afín a sus intereses.

Tal vez por esto sus asesores hacen lo imposible por reducir al máximo la exposición mediática de Marito. “Mete la pata con mucha facilidad”, es el cometario extendido entre sus allegados. Sin embargo, los hechos que se registran en Petropar lo obligaron, por fin, a dar alguna respuesta, aunque se esperaba una que fuera más racional, en consonancia con el promocionado “caiga quien caiga”, que pronunció en Alto Paraná cuando uno de sus diputados más cercano, Ulises Quintana, fue pillado “con las manos en la masa” y hoy está tras las rejas envuelto en un caso de narcotráfico, en grado de cómplice.

Sigamos con las disonancias. El presidente decía confiar en el Ministerio Público y hasta se daba el lujo de insinuar que el accionar de dicho organismo era fruto de su voluntad política; algo absurdo, aunque muy frecuente en políticos que buscan sacar réditos de los logros que obtienen otros. Pero era solo para la gradería, había sido -y mientras no afectara su propia gestión-, pues apenas se anunció que se formalizaría la denuncia contra Samudio, se lanzó, a los apurones, a contratar a uno de sus socios del PDP, el exfiscal Carlos Arregui, para que lidere una comisión que audite la administración de la petrolera estatal de los últimos 2 meses y… “de los últimos 5 años del gobierno de Horacio Cartes”.

En otras palabras, los organismos del Estado (Fiscalía General entre otros)  pueden hacer lo que quieran, según Marito, en tanto las investigaciones que realicen no abarquen los estratos superiores de su gobierno, porque eso es lo que desgasta aceleradamente su imagen. Y si así fuere, como en el caso de la petrolera, donde los indicios apuntan a que estarían perpetrándose grandes negociados, entonces trata de impedirlos mediante la integración de una comisión “a medida”, para dilatar el esclarecimiento de los hechos y, cuando llegue la hora de dictaminar, encubrir los chanchullos.

Ahora bien, el presidente intenta presentar lo que sucede en Petropar como si fuera una disputa entre su gobierno y Cartes, quien, a través de sus medios, buscaría golpearlo políticamente. Y se equivoca doblemente. Lo que pasa en la petrolera es un problema de su funcionaria y de su gestión, con el país, porque se trata del manejo de un bien estratégico (los combustibles), de alto impacto en la economía y en los bolsillos de todos los paraguayos, que están destrozando de una manera tal que produce estupor.

En cuanto a su “enojo” con los medios del Grupo Nación, Marito debería bajar un par de cambios. Primero, porque deja al descubierto que la libertad de prensa y expresión, cuando a él le afectan, le produce ronchas, como sucedía con Stroessner y la camarilla de criminales que lo rodeaban. Y segundo, porque si así reacciona ante una investigación puntual, que ni siquiera es parte de una crítica general y sistemática a su gobierno, es porque hay mucha podredumbre que ocultar.

Por último, y retomando las incoherencias entre lo que dice y lo que hace, si bien es motivo de un análisis por separado, el presidente miente con absoluto descaro cuando habla de buscar la “unidad de la ANR” y, en la práctica, dinamita las relaciones políticas con sus principales adversarios, de Honor Colorado.

Pero es algo que ya a nadie debería extrañar. Así lo viene haciendo desde que instruyó a sus senadores para que no aceptaran la renuncia de HC a la presidencia, a fin de que jure como senador, así lo hizo horas después de asistir al acto de aniversario de la ANR, el pasado 11 de setiembre, y así lo hace ahora, después de visitar al presidente de los colorados en la propia sede la Junta de Gobierno, en un supuesto “acto de grandeza”.

En resumidas cuentas, el gobierno está resuelto a encubrir los graves hechos descubiertos en Petropar, comienza a mostrar sus garras autoritarias con respeto a la prensa y ha dejado en claro, una vez más, que lejos de estar interesado en la unidad de la ANR, está dispuesto a profundizar la división con tal de lograr sus fines; síntomas inequívocos del retroceso que está en curso.

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