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Hagan caso a los Zanotti-Cavazzoni

Los trágicos acontecimientos que derivaron en la muerte de Viviana Romina, la niñita de 3 años que recibió un disparo en la cabeza durante un operativo de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), ha generado la justificada indignación de amplios sectores ciudadanos. El hecho le costó la cabeza a su titular, Luis Rojas, cuya renuncia fue aceptada ayer por el presidente Horacio Cartes. Y no es para menos. Agentes de la repartición a su cargo, acompañados por el fiscal Carlos Alcaraz, irrumpieron el pasado sábado en una propiedad explotada por la familia Zanotti Cavazzoni, en Nueva Italia, ante informaciones de que en la misma había marihuana y, sin mediar advertencia alguna, procedieron a atacar a balazos a una camioneta en la que se desplaza la criatura, sus abuelos y un tío que también resultó herido. Ahora corresponde que la Justicia caiga con todo el rigor de la Ley sobre todos los responsables de tan brutal acontecimiento, sin caer en el juego de los eternos “pescadores de río revuelto” quienes, indisimuladamente y sin respetar el tremendo dolor de los familiares de la nena, se lanzaron rápidamente a intentar politizar el caso con el fin de desgastar al gobierno, al tiempo de tirar al aire propuestas que ni los idiotas se atreverían a formular con tanta ligereza, tipo “disolver ya la Senad” y que sus funciones sean cumplidas por otras instituciones tan o más podridas.

Uno de ellos ha sido el senador Carlos Amarilla, el cual, no sabemos a razón de qué facultad, emplazó a Cartes y le advirtió que “si en las próximas horas y días sigue en una actitud distante” de la problemática, él y muchos de sus colegas  propondrán  “un proyecto de ley que derogue la creación de la Senad y restituya a una nueva Policía Nacional las amplias facultades en la materia de la droga”. Tal como usted lo leyó. A la Policía Nacional, como si ésta no estuviera inficionada por la corrupción y fuese todo un “modelo de moralidad”.

Algunos antecedentes que el legislador parece desconocer o no recordar, aunque no hace mucho de que se registró. Ocurrió el 16 de enero del 2015. Es día desaparecieron “misteriosamente” de la Jefatura de Policía en Amambay, un cargamento de 252 kg de cocaína que había sido decomisado 8 días antes en Pedro Juan Caballero. Es apenas una muestra que no habla nada bien de institución a la que Amarilla quiere entregarle la tarea de “combatir al crimen organizado, en especial al narcotráfico”, al decir suyo.

La oposición está cumpliendo, nuevamente, un rol lamentable. Es claro que deben hacerse cambios en la Senad, que se inició con el apartamiento de Rojas, a lo que deben sumarse otras medidas. Tan claro como la necesaria purga que tiene que implementarse en el seno de la Policía Nacional, así como en el Ministerio Público y entre los magistrados, que integran roscas mafiosas o actúan al servicio de estas. Pero no se resuelve con emplazamientos irresponsables que, además, a nadie asustan.

Amarilla y los “muchos colegas” suyos que compartirían el proyecto que enunció, deberían tomar las palabras de los familiares de Viviana Romina, quienes, comunicado mediante, informaron sobre la visita del ahora renunciante ministro Rojas y pidieron que “el caso no se politice”.

Háganle caso, señores, planteen un debate serio sobre un problema que merece mayor rigor en materia de conocimientos y abandonen los discursos para la gradería, propio de populistas incapaces de plantear soluciones reales.

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