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Le dispara a “Santi”, no así a “La Legión”

En una “curiosa” entrevista mantenida ayer con Radio 1.000, con motivo del 130 aniversario de fundación de la ANR, el senador Juan Carlos Galaverna hizo lo indecible para justificar y reivindicar la pertenencia de José Segundo Decoud a las filas del entonces Partido Nacional Republicano, como ideólogo y mentor de Bernardino Caballero, quien, sabido es, brillaba por sus conocimientos en las artes militares, pero no así en el terreno de la labor intelectual.

Muy de paso, como si se tratara de algo secundario, no tuvo más remedio que admitir un hecho monumental: Decoud fue parte de “La Legión Paraguaya” y estaba impregnado de la ideología liberal. De familia rabiosamente anti lopista, él mismo relataría el asesinato del mariscal en términos lapidarios. Dijo en aquella oportunidad, “la vida de un hombre es sagrada, pero cuando se trata de un monstruo como López, enemigo de la humanidad y asesino de todo un pueblo, no puede haber compasión por él, sino maldición y desprecio”.

Dicho esto, la pregunta que “Calé” difícilmente se haga a sí mismo, o responda con coherencia si se la formulan, es ¿por qué las “glorias” y los “honores” para un legionario de pura cepa, anti lopista confeso y liberal de raigambre y, por otro lado, la condena feroz a Santiago Peña, por el hecho irrelevante de haberse afiliado siendo muy joven al radicalismo auténtico?

Con su acostumbrado “juego de cintura”, que solo funciona en desprevenidos, Galaverna pretendió presentar a Decoud como portador de las “ideas revolucionarias de la época”, el “sumun del progresismo”, de las “ideas innovadoras”, pero, la verdad, se equivocó algo así como por casi 100 años, cuando las ideas de Rousseau, primero, y sobre todo de los jacobinos, después, representaban un avance para la humanidad, influenciando positivamente en personajes míticos de nuestra historia, como Don José Gaspar.

El caso de este José, Segundo, es muy distinto. Que fue portador de ideas no cabe la menor duda, era un hombre ilustrado, de notable pluma, pero de las ideas dominantes, impuestas por la oligarquía porteña, sumisa a los intereses del Imperio Británico. Es decir, una enorme piedra en el zapato de los que intentan compatibilizar su línea doctrinaria con toda expresión “nacionalista” y “agrarista”, siempre presente aunque muy pocas veces practicada en la larga historia del coloradismo.

Por cierto, la reivindicación de la figura de Decoud le plantea a “Calé” otros problemas adicionales, como, por ejemplo,  la denuncia directa que éste hizo contra el general Bernardino Caballero, acusándolo de enriquecerse con el dinero público en la famosa carta que dejó explicando crudamente los motivos de su suicidio. “Decían por ahí que mi honestidad me tornaba peligroso, porque yo sabía el abordaje consumado contra el Tesoro, no me complicaba con nadie, lo que me permitía ser juez de todos ellos y alguna vez podría sentarlos en el banquillo… Dicen mis detractores que yo fundé la Asociación Nacional Republicana para mi provecho. Pero, ¿quiénes son los favorecidos? Los que tienen opulentos palacios en Asunción y grandes estancias en la campaña. ¿Y los beneficiarios de los grandes empréstitos, como los Gill, Bareiro y… EL GENERAL CABALLERO?”

A Decoud nadie le puede cuestionar su enorme capacidad intelectual, ni su honradez característicos. Murió pobre, con su casa hipotecada, después de haberse jugado siempre por sus ideas, las que innegablemente se hallaban ubicadas en las antípodas de las que se practicaron en nuestro país durante la gloriosa etapa independiente. En consecuencia, la reivindicación concerniente a su línea de pensamiento y sus aportes en este terreno corresponde ser reivindicado…pero por sus pares del liberalismo.

“Calé” puede seguir machacando con lo de “Peñita” y otras expresiones tontas, tratando de descalificar a su adversario. Un disparate que no cuenta. Pero que abandone y le haga abandonar a su líder “añetete” todo cuestionamiento a la anterior filiación de Peña, un hecho insignificante comparado con la ideología y las posiciones políticas sostenidas por José Segundo, a quien tanto rinde tributo.

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