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Nicanor tiene razón

El expresidente Nicanor Duarte Frutos sostuvo, una vez más, la necesidad de conformar “un Frente Nacional y Popular para combatir el modelo económico, político y social del cartismo”. No dijo cuál es éste, más allá de reiterar algunos conceptos generales y falsos, ni tampoco qué modelo alternativo al actual propondría la organización que hasta ahora solo está en el campo de su imaginación. No obstante, es rescatable el hecho de que un referente de la oposición, como es él, reconozca explícita y públicamente que el problema de los críticos al gobierno es que “no tienen un proyecto distinto” al que ejecuta HC, lo cual es enteramente cierto.

Aunque el mensaje estaba dirigido a los disidentes de la ANR, liderados por el senador Mario Abdo Benítez, es igualmente aplicable al oficialismo liberal que encabeza Efraín Alegre, en torno a quien se aglutinan los hermanos Ferreiro, la senadora Desirée Masi y su marido. Ni los unos, ni los otros han formulado aunque más no sea un esbozo de programa, como opción al que está en marcha. Y tampoco se escuchó de parte de ellos una crítica seria a los planes emblemáticos del Ejecutivo.

Por ejemplo, en el ámbito económico, a algunos de cuyos aspectos nos vamos a limitar en esta oportunidad por razones de espacio, el “modelo cartista”  tiene dos o tres signos distintivos. En primer lugar, modificó el viejo esquema agroexportador, basado en la soja, y le dio un peso decisivo al impulso de un vasto plan de obras públicas, como uno de los motores más dinámicos del desarrollo.

El resultado está a la vista. Son las numerosas rutas, puentes, caminos de todo tiempo, viaductos y un cronograma de construcción masiva de viviendas sociales que, de conjunto, representaron un aumento del 150% del presupuesto para el Ministerio de Obras Públicas (MOPC) con relación a gobiernos anteriores, superando así los US$ 600 millones, y otro porcentaje igual de significativo para la Secretaría Nacional de la Vivienda y el Hábitat (SENAVITAT), que ya lleva edificadas más de 20.000 casas para un total aproximado de 100.000 compatriotas.

Las obras en cuestión no solo constituyen puntales fundamentales para el progreso de nuestro país, así como soluciones concretas para miles de familias sin techo, sino que, además, fueron y son generadoras de una enorme cantidad de puestos de trabajo directos e indirectos. Y no solo eso. También hacen posible contrarrestar la adversa situación económica de la región, manteniendo los niveles de crecimiento en el orden del 4%, a diferencia de los países vecinos (Brasil y Argentina), cuyas economías sufren las consecuencias de la crisis y la recesión.

¿Qué podría cuestionarse de esta política? Absolutamente nada, por eso Nicanor recurre a la mentira de que “las obras son ejecutadas por empresas extranjeras, en detrimento de las nacionales”, sin explicar por qué entonces cuenta con el apoyo manifiesto de las cámaras viales, cuyos socios integran la mayoría de los consorcios que tienen a su cargo los diversos emprendimientos.

En segundo lugar, la administración Cartes también desplegó una estrategia distinta para financiar los mencionados proyectos, reemplazando en gran medida la tradicional y muchas veces perniciosa dependencia de los organismos multilaterales de crédito, por la exitosa colocación de bonos soberanos, a plazos y tasas de interés altamente ventajosos para el país.

¿Cuál sería el cuestionamiento en esta materia? ¿El “feroz endeudamiento externo” que dice Duarte Frutos, repitiendo como lorito lo que machaca diariamente Aldo Zuccolillo? Tal  afirmación no se presta siquiera para la polémica, al ser refutada por todos los organismos financieros y calificadoras internacionales, tomando en consideración la capacidad de pago que tiene nuestro país. Pero además, una cuestión de lógica elemental, si no contrajéramos deuda, ¿Cómo financiaríamos las rutas, los puentes, los viaductos, las casas, etcétera, etcétera? Y si no hiciéramos nada de eso, para evitar el “cuco” de la deuda, ¿Cómo se desarrollaría el país, se generarían puestos de trabajo y se mantendrían  los actuales niveles de crecimiento económico?

Y en tercer lugar, el gobierno fomenta claramente la participación del sector privado nacional en todo el proceso económico, sentó las bases jurídicas para la realización de las APPs y como resultado de un esfuerzo sostenido, a través de Industria y Comercio, se radicaron decenas de empresas extranjeras.

Podemos seguir, pero solo esto basta para confirmar que, en un sentido, Nicanor tiene razón. Hay un modelo que está siendo ejecutado (con buenos resultados, a pesar suyo) y la oposición, de la cual forma parte, hasta ahora ha sido incapaz de criticarlo con solvencia; menos aún presentar otra opción.

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