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ASUNCIÓN.- Un mensaje claramente dirigido al presidente Mario Abdo Benítez- presente en la ceremonia, fue el que dio el nuevo cardenal paraguayo Adalberto Martínez en la primera misa oficiada como miembro del Colegio Cardenalicio, en la ciudad de Roma, Italia.
Al iniciar el sermón se dirigió en guaraní a los presentes, mayoritariamente paraguayos, diciendo que: “javy’apa ¿ajépa?, ha javy’a manteara porque Ñandejára oi ñandedive avei, (Estamos todos felices ¿verdad?, tenemos que estar felices porque Dios está con nosotros también). Aquí estamos en la Iglesia de Jesús”.
“La actitud básica del cristiano es el desinterés unido a la actitud de humildad que tiene como común denominador la pobreza de espíritu, disposición a escuchar a los demás, ocupar los últimos lugares, no pretender ser mejores que nadie, sino mejor que uno mismo”, expresó monseñor Martínez.
Manifestó que en Italia hay muchos compatriotas que debieron migrar por diversos motivos y aseguró que “ser migrante tiene su carga de nostalgia y en ocasiones de incomprensión y sufrimientos, pero al mismo tiempo también en varios lugares o países donde nos hemos encontrado con compatriotas, realmente han agradecido la presencia de compatriotas por distinguirse en ser muy trabajadores y también muy creyentes”.
Dirigiéndose al presidente pidió que las autoridades “se comprometan con la verdad, con el bien común de la Nación, que necesita de todos sus hijos e hijas para construir una patria nueva con oportunidad para el desarrollo humano integral para los habitantes”.
“Vivimos en una sociedad que tiene suma necesidad de volver a escuchar el mensaje evangélico sobre la humildad. Correr a ocupar los primeros lugares, quizás pisoteando sin escrúpulos la cabeza de los demás, son actitudes despreciada por todos, que por desgracia son seguidas por muchos”, añadió.
Concluyó que “los que somos invitados por Cristo a su mesa deberíamos poseer la virtud del último puesto que nos hace reconocer sinceramente que nuestro currículum vitae, nuestra hoja de vida, no es tan notable como lo creemos. Ante Dios no valen pretensiones ni insuficiencias, sino coherencia y humildad”.
