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Panorama complicado en la disidencia

Ningún proyecto que tuviera como principal motivación el “anti” algo puede llegar a buen puerto. Esto lo hemos advertido desde el vamos ni bien salió a la luz pública la intención de varios colorados de conformar un frente anticartista, con la idea de ganar al oficialismo la candidatura a la Presidencia de la República.

Tanto Mario Abdo Benítez, Nicanor Duarte Frutos y los exoficialistas Juan Afara, Luis Castiglioni y Hugo Velázquez, decidieron unir fuerzas con el único objetivo de golpear lo más duramente a Horacio Cartes, a quien no le perdonan que no los haya tenido en cuenta para su proyecto político. En realidad, se podría decir que este quinteto está conformado por resentidos que no pudieron aceptar con altura no haber podido convencer al jefe de Estado para que se jugara por ellos.

Por lo tanto, esta unión libre es de conveniencia, y sus integrantes están atados entre sí no por amor sino por rencor. Ante este mejunje todo hacía anunciar que la cosa no podría tener un resultado favorable.

Pero no es el odio a Cartes el único problema que tiene el quinteto, compuesto por caciques ambiciosos y poco dispuestos a pensar en su pueblo, si es que lo tienen. El pasado de algunos de ellos hace imposible que el frente pudiera centrar sus acciones y decisiones de modo democrático. Abdo Benítez, quien representa el heredero del stronismo al que representó su padre y benefició a toda su familia, pretende ser el tendotá, el único líder, el que no admite competencia de ninguna laya.

Mucho antes de que se pensara siquiera en la posibilidad de armar un frente, Marito ya había decidido que él, y sólo él, sería el candidato del anticartismo para la Presidencia de la República. Jamás se planeó a sí mismo la posibilidad de tener que competir la chapa con algún otro dirigente, aunque su intransigencia pudiera poner en peligro la supuesta unidad anticartista de la que tanto presume.

Pero resulta que Afara ya no quiere seguir siendo segundo plato de nadie. Por eso abandonó el oficialismo a pesar de seguir siendo vicepresidente de la República; porque Cartes no lo consideró potable para sucederle en la Presidencia. Así que, si tomó una decisión tan fuerte guiado por la ambición de llegar al Palacio de López, parece muy poco probable que ahora acepte ser el segundón de Abdo Benítez.

Así que el vice quiere ser presidente. Por si fuera poco, sabe que ni siquiera puede ceder el primer puesto y quedarse como el segundo de a bordo, porque ya no puede ser reelecto en el cargo. Así que encabeza la chapa o se resigna a una banca en el Senado.

Para colmo, los neo disidentes están divididos. Mientras algunos, como el diputado Mario Cáceres, insisten en que el frente haga una interna para elegir al candidato y amenazan con hacer rancho aparte, otros, como Duarte Frutos, recomiendan al líder del movimiento que dé un paso al costado en pos de la unidad del frente, convencido de que –de dividirse- nadie tendrá chance de ganar al candidato cartista.

Y mientras se complica el panorama, los dirigentes de Colorado Añetete no bajan de su nube y ya hablan de confirmar la chapa Abdo Benítez-Velázquez, como si las pretensiones de Afara no tuvieran siquiera que ser tenidas en cuenta.

Posiblemente logren imponer esta dupla, porque los seguidores de Marito son grandes propulsores de una forma de hacer política que ya debiera haber sido dejada en el pasado, mostrando un partido prebendario y clientelista.

Este entrevero de ambiciones personales y sectoriales parece ser la fórmula precisa para la derrota. Y ellos ni siquiera se dan cuenta aún.

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