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Partidos, en crisis

La decisión del PLRA de realizar un taller de formación de líderes resulta, a primera vista, muy positiva, porque apuntaría a una de las misiones que deberían tener los partidos políticos, que es la capacitación a los ciudadanos. Sin embargo,  priorizar solamente esta área, ignorando el panorama total, que deviene en una terrible crisis que enfrentan los partidos políticos, es un error que solo conseguirá poner una curita a la profunda herida.

Pocas veces antes se ha visto una situación como ésta, en la que los partidos políticos, en general, han desaparecido de la escena nacional y, lo poco que aparecen, en las cámaras del Congreso, los deja en una situación más que lamentable, puesto que sus representantes han dejado en claro que lo que menos les interesa es el bienestar ciudadano.

Uno podría pensar que esto viene de un tiempo atrás, cuando en elecciones tanto generales como municipales, la gente prefirió optar por independientes que por candidatos ligados fuertemente a un partido político determinado. Esto ha hecho que la situación, especialmente del PLRA, el mayor de la oposición, llegara a un punto intolerable, a tal punto que sus mismos dirigentes tuvieron que declinar en favor de outsiders, como Fernando Lugo en el 2008 y Mario Ferreiro en el 2015, porque en su seno no se encontró ningún candidato lo suficientemente atractivo y aglutinante como para ganar elecciones.

Y en abril pasado, quedó más que demostrado que las apuestas anteriores eran las correctas. Pero esto no es exclusivo problema de los liberales. En ningún partido político tradicional destaca algún líder joven, que bien pudiera convertirse en alternativa en alguna próxima elección. Y el tema no es la falta de capacitación a la ciudadanía ni que las nucleaciones se convirtieron exclusivamente en aparatos electorales, que solamente funcionan cuando algún desafío eleccionario se aproxima.

En realidad lo que sustenta esta grave crisis, es la falta de un análisis profundo y sincero de lo actuado hasta ahora, los errores cometidos y la forma de enmendarlos, además, y esto es fundamental, de la radical decisión de liberarse de quienes han ensuciado la imagen del partido respectivo. Porque en el imaginario popular hay un convencimiento de que el motivo por el cual uno se acerca a un partido político es para “volverse rico” viviendo a costa del Estado o concretando negociados turbios e ilegales.

El problema fundamental para que esto ocurra es que todo está montado para que los mismos de siempre sigan teniendo la sartén por el mango. El Código Electoral impide que una persona que no tenga recursos económicos suficientes pueda postularse a un cargo electoral. Y si esa persona es honesta y capaz, las dificultades serán aún mayores, ya que ni siquiera será considerada para algún lejano lugar en una lista de los partidos tradicionales.

Esto hace que, cada vez con mayor frecuencia, la ciudadanía mire otras opciones, alejadas de los sectores tradicionales, a las que ven como alternativa para lograr lo que nunca les dieron los candidatos de siempre. Y no hay señales de que esto pudiera cambiar, mientras las jornadas de formación de líderes las den políticos que son sospechosos de actos ilegales.

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